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¿Cómo comenzar una novela?

¿Cómo comenzar una novela?
¿Cómo comenzar una novela?

¿Cómo comenzar una novela? Si en un pasado video artículo hablábamos de finales, hoy, por lógica, toca hablar de principios. Estamos quizá ante la parte más importante de nuestros relatos porque sobre el principio recae la importante misión de atrapar al lector para conseguir que prosiga con la lectura de nuestra obra. Por eso, os he preparado un completo estudio de los mejores principios literarios y os he dejado para el final una serie de técnicas que harán de vuestros inicios literarios unos perfectos imanes para vuestros lectores.

Hoy en día, atrapar al lector se ha vuelto aún más difícil porque, debido al uso y abuso de internet y especialmente de las redes sociales, nuestra capacidad de atención ha disminuido drásticamente. De hecho, puede decirse que, si no captamos al lector en nuestro primer párrafo, ya prácticamente lo hemos perdido como lector.

Entonces, ¿cómo afrontamos el inicio de nuestras obras?

En primer lugar, es importante tener claro los objetivos que queremos conseguir, que deben ser:

1. Despertar el interés del lector.

Para conseguir esto es importante plantear algunas interrogantes e incluso esbozar el conflicto principal de la obra. De esta forma el lector se sentirá intrigado y empujado a continuar con la lectura.

Un ejemplo lo encontramos en La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson.

El squire Trelawney, el doctor Livesey y algunos otros caballeros me han indicado que ponga por escrito todo lo referente a la Isla del Tesoro, sin omitir detalle, aunque sin mencionar la posición de la isla, ya que todavía en ella quedan riquezas enterradas; y por ello tomo mi pluma en este año de gracia de 17… y mi memoria se remonta al tiempo en que mi padre era dueño de la hostería «Almirante Benbow», y el viejo curtido navegante, con su rostro cruzado por un sablazo, buscó cobijo bajo nuestro techo.

ROBER LOUIS STEVENSON

Un inicio que dibuja a la perfección lo que nos espera en la novela, abriéndonos el apetito por la aventura y el misterio.

2. Situar espacial y temporalmente la acción.

En este caso, lo que buscamos es situar el dónde y el cuándo de la acción, para que el lector empiece a visualizar, como en una película, nuestra narración. En cierto modo, lo que pretendemos es hacer que el lector se introduzca en el mundo de nuestra obra.

Un ejemplo muy claro lo encontramos en Colmillo Blanco, de Jack London

Aun lado y a otro del helado cauce de erguía un oscuro bosque de abetos de ceñudo aspecto. Hacía poco que el viento había despojado a los árboles de la capa de hielo que los cubría y, en medio de la escasa claridad, que se iba debilitando por momentos, parecían inclinarse unos hacia otros, negros y siniestros. Reinaba un profundo silencio en toda la vasta extensión de aquella tierra. Era la desolación misma, sin vida, sin movimiento, tan solitaria y fría que ni siquiera bastaría decir, para describirla, que su esencia era la tristeza.

jack london

De un plumazo, Jack London introduce su universo narrativo habitual, centrado en las tierras más septentrionales de América del Norte, deslumbrando al lector con la belleza y el misterio del entorno natural.

Una vez que tenemos claros los objetivos a conseguir, es importante conocer los distintos tipos de inicios con los que podemos jugar. Atendiendo al momento temporal, normalmente hablamos de tres tipos de inicio:

1. Ab ovo, es decir, “desde el huevo” o desde su origen.

Es el tipo narración que sigue el orden cronológico habitual, narra la sucesión de los hechos partiendo de una situación que puede considerarse el principio. La narración empieza antes de que tenga lugar el incidente detonador o central. Es el orden de los cuentos populares de tradición oral, los del “erase una vez…”

Como ejemplo, en Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen, vemos a la familia Bennet en el salón de su casa un día cualquiera, cotilleando sobre los nuevos vecinos que han alquilado una mansión cercana.  También en El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien, en la escena inicial los hobbits preparan la fiesta de cumpleaños de Bilbo Bolsón, ajenos a la oscuridad que está despertando en la Tierra Media.

2. In media res

Es la técnica narrativa que empieza el relato “por el medio”, cuando la acción ya se ha puesto en marcha. Es un recurso que resulta muy atractivo con los relatos cortos, porque suele partir del incidente central, sitúa al lector en pleno conflicto y crea una cierta intriga.

Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez tiene uno de los inicios más famosos de la literatura y justamente arranca in medias res, narrando el fusilamiento del Coronel Buendía:

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre (…)

gabriel garcía marquez

3. In extrema res

Son los relatos que comienzan a contarse por la escena final o por el desenlace del conflicto. Hay que tener cuidado, en este tipo de inicios, de no desvelar demasiado del final, si no queremos acabar con la intriga y expectativas del lector demasiado pronto.

Un buen ejemplo lo encontramos en la inolvidable Rebeca de Daphne du Maurier:

Anoche soñé que volvía a Manderley. Me encontraba ante la verja del parque, pero durante algunos momentos no pude entrar. La puerta estaba cerrada con candado y cadena (…)

Rebeca de Daphne du Maurier

En este caso, la obra comienza con la protagonista soñando, en el presente, con la mansión Manderley. La verdadera historia comienza tras terminar la descripción del sueño, articulándose mediante un extenso flashback.

Hasta aquí conocemos los objetivos y tipos de inicio pero cómo logramos realmente crear un comienzo irresistible. Lo mejor en este caso es recurrir a algunos de las técnicas, que como os prometí al principio del artículo, os explico a continuación.

A. Que ocurra algo y que haya movimiento.

Lo mejor para captar la atención del lector en tu primer párrafo es que en tu escena inicial haya algún tipo de acción. Un comienzo estático, con una descripción o algo similar es más complicado de hacerlo atrayente, aunque no imposible.

Un ejemplo perfecto lo tenemos en Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago comienza en medio del caos del tráfico de una ciudad, cuando un semáforo se pone en verde, pero no todos los coches arrancan. Después comprendemos que la gente está empezando a quedarse ciega.

Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes de que se encendiera la señal roja. En el indicador de paso de peatones apareció la silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa negra del asfalto, nada hay que se parezca menos a la cebra, pero así llaman a este paso.

josé saramago

Otro buen ejemplo lo tenemos en Cita con Rama, de Arthur C. Clarke, donde se nos narra la caída de meteoritos, abriendo las expectativas del lector por lo que va a ocurrir.

Más temprano o más tarde, tenía que suceder. El 30 de junio de 1908 Moscú escapó de la destrucción por tres horas y cuatro mil kilómetros, un margen invisiblemente pequeño para las normas del universo. El 12 de febrero de 1947 otra ciudad rusa se salvó por un margen aún más estrecho, cuando el segundo gran meteorito del siglo XX estalló a menos de cuatrocientos kilómetros de Vladivostok provocando una explosión que rivalizaba con la bomba de uranio recientemente inventada.”

arthur c. clarke

B. Sitúa al lector en un tiempo o lugar impactante.

Es muy útil para novelas de fantasía y consigue los dos objetivos imprescindibles que os comentaba al principio de forma perfecta; captar la atención y situar al lector de un plumazo.

En El perfume de Patrick Süskind el autor nos sitúa en la Francia del siglo XVII con una simple y genial frase:

En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales.

Patrick Süskind

En El Hobbit, J. R. R. Tolkien hace lo propio y en su primer párrafo nos mete de lleno en la Tierra Media.

En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad.

J. R. R. Tolkien

C. Utiliza una descripción de un personaje principal e impactante.

Pude ser o no el protagonista pero lo importante es que levante la curiosidad del lector por saber más.

Está técnica la utiliza con maestría inigualable Vladimir Nobokov en su inolvidable y polémica Lolita.

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.

Vladimir Noboko

Resulta también inigualable la forma en que Robert Graves inicia su obra Yo Caludio, utilizando este mismo recurso, con una presentación de su personaje principal que juega entre el drama y la comedia a partes iguales.

Yo, Tiberio Claudio Druso Nérón Germánico Esto-y-lo-otro-y-lo-de-más-allá (porque no pienso molestarlos todavía con todos mis títulos), que otrora, no hace mucho, fui conocido por mis parientes, amigos y colaboradores como «Claudio el Idiota», o «Ese Claudio», o «Claudio el Tartamudo» o «Clau-Clau-Claudio», o, cuando mucho, como «El pobre tío Claudio», voy a escribir ahora esta extraña historia de mi vida.

Robert Graves

D. Utiliza el absurdo.

Nada hay más atrayente que descubrir como lo ilógico puede ser explicado. Si en tu primer párrafo juegas con una declaración aparentemente absurda, levantarás la atención del lector de inmediato. Eso sí, no hagas trampas y explica después satisfactoriamente este aparente absurdo o contradicción.

Dos ejemplo de este tipo de inicios los encontrarnos en dos obras inmortales. La metamorfosis de Franz Kafka y 1984 de George Orwell.

Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.

Franz Kafka

“Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece”.

George Orwell

Y con esto llegamos al final del artículo de hoy. Os dejo con el video artículo correspondiente publicado en el canal de youtube . Espero que os haya gustado y que haya sido divertido y útil para vuestras futuras obras.

Como empezar una novela. Aprende a crear inicios inolvidables para tus historias.

Empezando por el final: ¿Cómo crear una historia redonda?

Empezando por el final
Empezando por el final

Empezando por el final. En el nuevo video artículo de hoy, quiero comentaros una técnica personal con la que conseguiréis crear un relato redondo, con coherencia y satisfactorio para el lector. Una técnica con la que conseguiréis que las tramas de vuestros relatos encajen como un perfecto mecanismo recién engrasado.

Una técnica que consiste, ni más ni menos que en empezar vuestra historia por el final.

Al final del artículo, como regalo para los que leáis todo el artículo, os explicaré también una técnica narrativa que os ayudará a crear fines impactantes en vuestros relatos. Y ahora si hablemos de finales.

Lo primero que quiero dejar claro es que no se trata de utilizar la técnica narrativa “in extrema res” o recurrir al “flash back”, de lo que ya hablamos cuando os explicaba la estructura narrativa.

Si recordáis, cuando os daba una serie de consejos sobre cómo concebir una buena idea para vuestros libros (también os dejo el enlace por aquí), os insistí hasta la saciedad en un concepto fundamental “la coherencia”. Pues bien, con la técnica que hoy os traigo lo que pretende es precisamente eso; desarrollar un método que dote a nuestras historias de total coherencia.

Para lograrlo, os propongo algo que os puede parecer sorprendente y es que lo primero que concibáis de vuestra historia sea el final de ésta.

Aconsejaba Edgar Allan Poe, en su mítica «Filosofía de la composición«, que antes de comenzar a escribir deberíamos tener muy claro qué efecto final pretendemos:

“Si algo hay evidente es que un plan cualquiera que sea digno de este nombre ha de haber sido trazado con vistas al desenlace antes que la pluma ataque el papel. Sólo si se tiene continuamente presente la idea del desenlace podemos conferir a un plan su indispensable apariencia de lógica y de causalidad, procurando que todas las incidencias y en especial el tono general tienda a desarrollar la intención establecida.” (Poe, Filosofía de la composición)

Edgar ALLAN POER

Es decir, que lo primero que debemos saber de nuestra historia es cuál es su objetivo, qué pretendemos narrar y, por eso, os propongo que concibáis primero el final de vuestros relatos.

Se que esto es lo contrario de lo habitual, probablemente la mayoría de vosotros empezáis a escribir relatos porque se os ha ocurrido una idea que os resulta interesante. Esto no es malo, el problema empieza cuando, a partir de esta idea, concebís personajes, entornos y tramas sin haber pensado claramente cuál será el final de la historia. En este caso, por muy bien que desarrolléis vuestra trama os veréis abocados a improvisar este final y esto suele desembocar en un relato fracasado.

Ya os he puesto ejemplos de esto cuando hablábamos de la estructura narrativa, y os hablaba de la incoherencia de algunas series en su final, como la última temporada de «Juego de Tronos», donde sus guionistas se vieron obligados a improvisar el final ya que George R. Martin aún no había publicado la última novela de la saga. El resultado; el destrozo de una de las mejores series tanto literarias como televisivas de los últimos años. T

También os hablaba de «Lost», donde el desastre fue aún mayor; la improvisación del final llegó al punto de obviar múltiples tramas y subtramas, dando la sensación al espectador de que lo perdido no fueron los pasajeros del avión, sino su tiempo al ver la serie. En este caso, es tan clara la improvisación que, si insertáis el final en cualquier temporada, hubiesen podido terminar la serie con la misma incoherencia en cualquier momento.

Por eso, para evitar que os pase esto es importante que, antes de comenzar a escribir cualquier historia, concibáis completamente el final que le vais a dar. Esto os ofrecerá múltiples ventajas como:

  • Mayor facilidad para la creación de tramas y subtramas con absoluta coherencia, ya que desde el principio sabréis como van a ser concluidas.
  • Evitar contradicciones en el desarrollo y comportamiento de los personajes, en su evolución hacia la conclusión final.
  • Evitar improvisaciones en el desarrollo de la trama que rompan la continuidad de la historia.
  • No caer en precipitaciones o cambios de ritmo narrativos injustificados al llegar al final.

Un ejemplo de historia concebida empezando por el final al lo podemos tener en la primera temporada de «Prision Break». Para quien no la hayáis visto, la serie se trata de cómo un hombre comente un delito para ser encerrado en una cárcel donde cumple condena su hermano, condenado por asesinato, con la intención de ayudarle a fugarse.

La primera temporada funciona como un reloj porque el autor ha concebido todos y cada uno de los detalles de la fuga desde el primer momento y mueve a los personajes a la conclusión con precisión suiza. La coherencia es total con detalles como la puesta de un pequeño pájaro de papel en el agua de un desagüe, cuyo verdadero significado descubres varios capítulos después. Por no hablar de todos y cada uno de los tatuajes del protagonista, cuyo significado va desgranándose poco a poco.

Otro ejemplo lo tenéis en la serie “La casa de papel”. Nuevamente, los guionistas concibieron primero el final de la temporada y del robo del Banco de España en todos y cada uno de sus detalles. Después, fueron colocando a los personajes en sus roles precisos, especialmente al profesor, con total precisión.

Esta seria demuestra que eliminar la improvisación de una historia, no sólo no le resta frescura o sorpresa, sino que, muy al contrario, puede contribuir a provocar el asombro del espectador.

Es importante dejar claro que el concebir el final, antes de lanzarse a concebir la trama es todos sus detalles, no impide que vuestro final pueda ser sorpresivo, si es este efecto el que perseguís con vuestro relato. De hecho, lo facilita ya que, si sabéis el final, es mucho más sencillo utilizar recursos narrativos para que llevar al lector a conclusiones erróneas sobre lo que está ocurriendo sin caer en la temible incoherencia narrativa.

Y como colofón y ya que lo prometido es deuda os explico uno de estos recursos narrativos que os vendrá de perlas para que vuestros finales sean sorprendentes e inolvidables. Se la conoce como la técnica de «portal abierto» o «portal cerrado». Se trata de sorprender el lector justo cuando se va a producir el desenlace de la trama usando uno de estos dos métodos:

1. Portal cerrado.

Se utiliza cuando planeáis un final feliz y consiste en que, justo antes de que éste se produzca, introduzcáis una secuencia de acontecimientos que haga creer a vuestros lectores que el final va a ser triste, desgraciado o trágico. En el último momento solucionaréis esta situación sobrevenida y el final será feliz y sorprendente.

Un ejemplo lo tenéis en: «El show de Truman», donde cuando parece que el protagonista va a escapar de su encierro, el director del show realiza una intervención que parece que le va a convencer de no escapar. Sin embargo, al final escapa tal y como se espera desde el principio.

Otro ejemplo podría ser el final de la inolvidable “Con faldas y a lo loco”, aunque aquí es más difícil definir si sería “Portal cerrado” o “Portal abierto”, decidme vosotros mismos qué opináis.

2. Portal abierto.

Como ya adivinaréis es justo lo contrario de lo anterior. En este caso planeáis un final triste para vuestro relato. Lo que debéis hacer ahora es convencer al lector en el último momento de que el final será feliz, para romper esta ilusión al final precipitando el final triste planeado.

Un ejemplo clásico lo tenéis en: «Lo que el viento se llevó«. Scarlett O’Hara ha tenido que superar de toda clase de desgracias y, cuando parece que va conseguir recuperarse y Rhett Butler reaparece, todo parece augurar la reconciliación final. Sin embargo, en el último minuto el la deja de nuevo con la demoledora frase: «Francamente, querida, me importa un bledo».

Bueno y con esto terminamos el video artículo de hoy, como siempre suscribiros si os ha gustado aquí o al

Os dejo con el video artículo de mi canal de youtube y recordad que estamos apunto de realizar el sorteo por los 300 suscriptores. Os dejo con el video.

Empezando por el Final. Crea historias impactantes con la coherencia de una máquina de precisión.

Derrotar la hoja en blanco en 5 pasos infalibles

Derrotar la hoja en blanco
Derrotar la hoja en blanco

Derrotar la hoja en blanco es el objetivo de hoy en este artículo, cuyo video os dejo al final y podréis ver también en mi canal de youtube. Basándome en mi experiencia personal, os voy a enseñar 5 pasos infalibles que si seguís os ayudarán a superar esa desesperación que seguro habéis sentido al abordar un nuevo escrito.

¿Quién no se ha encontrado alguna vez sin ideas, bloqueado, incapaz de superar la hoja en blanco frente a él?

Nos ha pasado a todos y se conoce como “síndrome de la hoja en blanco” o también «bloqueo del escritor”. Hoy vamos a acabar con el con los siguientes pasos:

1. Entiende lo que te pasa (COMPRÉNDETE)

Para superar un problema primero debemos comprenderlo. El bloqueo psicológico que puede acompañar al inicio de cualquier proceso creativo, e un miedo inherente que acompaña a cualquier creativo y, aunque pueda pareceros paradójico, no es algo negativo, sino todo lo contrario.

En primer lugar, debes comprender que esta sensación no implica que seas menos creativo o que estés falto de ideas. Lo que te ocurre es que sientes una gran responsabilidad por lo que vas a hacer y quieres hacerlo tan bien, que de no ves la forma de afrontarlo. Es precisamente tu responsabilidad, respeto y tus ganas de hacerlo lo mejor posible, lo que te bloquea, pero date cuenta de que ninguno de estos sentimientos es negativo, sino positivo. Así que acepta lo que te ocurre y aprovéchalo. Plantéate ese miedo al folio en blanco como una oportunidad para hacerlo mejor que nunca. 

Una vez aceptado esto es importante descubrir qué aspecto de tu labor es el que realmente te bloquea. Hay dos posibilidades que pueden ser:

  1. No sabes de qué escribir.
  2. No sabes cómo escribir lo que quieres escribir.

En cada uno de estos casos tendremos distintas opciones para superar los bloqueos, lo que nos lleva a nuestras dos siguientes pasos.

2. No sabes de qué escribir (LA TORMENTA DE IDEAS)

En este caso, te recomendaría que echases un vistazo al video artículo en el que os explicaba las mejores técnicas para tener una buena idea para vuestras obras. En todo caso, aplicados los consejos que ahí os daba, puede seros muy útil la utilización de una técnica denominada “Tormenta de ideas”.

Esta técnica para derrotar la hoja en blanco consiste en empezar a apuntar en una hoja de papel cuanta idea se os ocurra, no importa si os parece mejor o peor, hasta tener una lista de opciones. No os duelan prendas en pedir ayuda y que otras personas os sugieran temáticas y demás. El caso es conseguir opciones. Después, basta con ir depurando estas ideas, añadiendo detalles o descartando aquello que no os gusta. Poco a poco, iréis perfilando una serie de opciones que os gustarán mucho más y entre ellas quizá esté lo que estabais buscando.

3. No sabes cómo escribir lo que quieres escribir (ESCRIBID).

En este caso, lo que os sucede es que, a pesar de que tengáis claro la idea de vuestro relato, no sabéis como afrontarlo. Para solucionarlo lo mejor, aunque quizá os parezca un poco absurdo, es simplemente escribir. ¿Pero si lo que me pasa es que no sé que escribir? Pues por eso mismo, escribid sin preocuparos de que esté mejor, peor u horrible, solo poned una palabra después de otra. Después, lo leéis y, si no os gusta, lo reescribís y así cuantas veces sea necesario.

No os preocupéis de hacerlo mal una y mil veces, os aseguro que os sorprenderéis a vosotros mismos descubriendo ese rumbo que no sabíais como dar a vuestra historia.

Esto, en realidad, es el equivalente al bocetado en pintura o dibujo, aquí el autor lanza trazos sin importarle llenar la hoja de tachones o corregir su trazo una u otra vez hasta que lo que buscaba plasmar va surgiendo de la hoja en blanco como por arte de magia. Pues en literatura es exactamente lo mismo, bocetad vuestros relatos sin miedo.

4. Conseguid una nueva perspectiva (DEJAD DE ESCRIBIR)

Si, aun así, siguiendo estos dos pasos persiste vuestro bloqueo podéis intentar acudir a otra técnica propia de la pintura: tomar perspectiva. Esto os servirá tanto para superar el bloqueo a la hoja en blanco como para pulir y mejorar vuestros escritos y, en realidad es el consejo contrario al que os daba anteriormente: DEJAD DE ESCRIBIR.

Cuando un pintor está realizando un cuadro o ilustración, en muchas ocasiones recurre a realizar un cambio de perspectiva. Para ello, abandona la obra durante un tiempo para que su visión y memoria empiecen a olvidarla y poder después a afrontarla de una forma distinta. O incluso recurre a técnicas, que os pueden parecer más extrañas, como voltear el lienzo, o mirar a su obra a través de un espejo. Todo esto ayuda a que vuestra mente aprenda a contemplar su labor creativa de una manera distinta, a que afronte la creación por un camino diferente.

Como escritores, para conseguir este mismo efecto en nuestra mente, a veces es necesario dejar completamente nuestra obra; dejarla reposar, irse a dar una vuelta, tomarse un café o incluso abandonarla por días o, en casos más extremos (por ejemplo, para pulir una obra ya terminada), incluso meses. El caso es conseguir contemplar de la forma mas distante posible nuestra propia creación para poder juzgarla con una objetividad renovada.

5. Disciplina y metas pequeñas (DISCIPLINA DE TRABAJO)

Por último, es importante que comprendáis que, para lograr que vuestros escritos lleguen a buen término, debéis desarrollar una disciplina de trabajo. Seguro que esto os suena un poco duro y muchos pensaréis que no tenéis los medios o el tiempo suficiente para lograr algo así. No nos tenemos que engañar, muy poquitos escritores logran vivir de la literatura como para poder dedicar todo su tiempo a esta. La mayoría de nosotros tenemos otros trabajos y obligaciones de todo tipo que nos hace muy difícil conseguir tiempo para escribir.  

Sin embargo, este problema desaparece si os digo que desarrollar una disciplina de trabajo en absoluto es incompatible con vuestros trabajos u ocupaciones. Para lograrlo, el truco está en plantearos pequeñas metas y no objetivos demasiado grandes.

Para que lo entendáis mejor, si intentáis poneros como meta diaria dos horas de escritura, probablemente muchos terminéis por no poder cumplir esta meta por uno u otro motivo y eso os desanimará. En realidad, lo que tenéis que hacer es poneros una meta mucho más modesta, por ejemplo sólo “quince minutos” diarios de escritura.

Os puede parecer poco y que a ese paso tardaréis mil años en hacer esa novela que estáis intentando escribir, pero no es así. Al ser vuestra meta tan pequeña, os será mucho más fácil convertirla en un hábito, iréis viendo que donde he dicho quince minutos hoy puedo media hora y a lo mejor mañana una hora. De esta manera, cumpliréis siempre sin dificultad vuestra meta y habréis logrado esa disciplina que os hará escribir todos lo días sin miedo al folio en blanco.

Espero que estos consejos os ayuden a derrotar a la hoja en blanco y que os ayuden a convertiros en grandes escritores. Os dejo con mi nuevo vídeo, donde desarrollo este artículo con ejemplos, y os recuerdo que queda muy poco para el sorteo que realizaré entre todos los suscriptores del mi canal de youtube, así que si aún no os habéis suscrito hacedlo pronto.

Derrota la hoja en blanco. Supera el bloqueo creativo en 5 pasos.

Destripando a “Frankenstein o el moderno Prometeo”

Destripando a “Frankenstein o el moderno Prometeo”
Destripando a “Frankenstein o el moderno Prometeo”

Destripando a “Frankenstein o el moderno Prometeo” es la tarea que esta semana me he propuesto. Para ello, he elaborado un nuevo video en al canal de youtube y este artículo, que va directo, como siempre, a la Videoteca..

¡Quién no conoce esta inolvidable novela y a su personaje, hechos de retales de muertos, que lleva más de dos siglos cautivando nuestra imaginación! Pero ¿sabéis cómo su autora Mary Shelley fue capaz de concebir una obra tan rompedora para su época?

Para entenderlo, es imprescindible conocer a su autora Mary Wollstonecraft Godwin, conocida por su nombre de casada Mary Shelley. Nació el 1 de febrero de 1797. Su padre, William Godwin, fue un importante filósofo y político, defensor del pensamiento anarquista. Su madre, Mary Wollstonecraft, fue una destacada escritora y filósofa independiente e icono del feminismo, algo bastante inusual en la época.

En 1814, Mary inició una relación romántica con Percy Bysshe Shelley, escritor y seguidor político de su padre, que en aquel momento estaba casado. No hace falta decir que aquello no fue del agrado de su familia, por lo que terminó huyendo a Francia con Percy y su hermanastra Claire Clairmont. Poco tiempo después, quedó embarazada, pero perdió a su hija debido a un nacimiento prematuro, lo que supuso un duro trauma para la pareja. En 1816, la muerte de la primera mujer de Percy Shelley, permitió a la pareja casarse por fin regularizando de cara a la sociedad su situación sentimental.

Es en esta época cuando Mary concebiría su obra magna, pero para comprenderlo debemos retroceder a 1816. Aquel año fue conocido como el año sin verano, debido a la terrible erupción volcánica del Tambora en Indonesia. Aquello produjo un largo y frío invierno volcánico que alcanzó toda Europa.

El verano de aquel año que fue de todo menos caluroso, una jovencísima Mary Shelley, de apenas 19 años, junto a su marido Percy Bysshe Shelley, fueron invitado por su amigo George Gordon Byron, más conocido como Lord Byron, a la Villa Didati, Suiza. En aquella época el afamado poeta inglés mantenía una relación sentimental con Claire Clairmont, la hermanastra de Mary. En aquella villa coincidieron con el médico personal de Byron y también escritor, John Polidori.

Tras dedicarse a leer una antología alemana de historias de fantasmas, Byron propuso un reto, que todos escribiesen una historia de terror. El resultado de aquel antiguo «challenge» fue desigual: Lord Byron escribió un relato corto basado en las leyendas de vampiros que había oído en sus viajes por los Balcanes; John Polidori fue capaz de escribir su novela El vampiro que vería la luz en 1819; y Mary Shelly concibió la historia, ayudada por pesadillas, de lo que sería su celebrada obra: Frankenstein o el moderno Prometeo.

Si tenemos en cuenta que Braam Stoker basaría su “Drácula” en gran parte en la obra de Polidori, resulta increíble pensar que aquella reunión en Suiza dio a luz a dos de los personajes más importantes de la literatura de terror de todos los tiempos.

Profundizando en cómo Mary Shelley fue capaz de concebir su historia, a pesar de la mitología popular, no fue el mero resultado de una imaginación desbordada y algunos sueños afortunados. Lo cierto es que, aunque el germen de la historia pudiese ser efectivamente una pesadilla, detrás de la obra se esconde una gran labor de documentación y varias influencias claramente identificables:

  1. Andrew Crosse.

Este extravagante científico trabajaba con cadáveres y electricidad. En 1807 afirmó que en uno de sus experimentos con “electro cristalización” había logrado crear vida. Concretamente, dijo crear «el insecto perfecto, de pie sobre unas pocas cerdas que formaban su cola». En realidad, se trataba posiblemente de un tipo de ácaro resultado de la contaminación de sus muestras. Sea como fuere, Mary Shelley había asistido en 1814 a una conferencia del entonces famoso científico, quedándose impresionada con sus afirmaciones de la creación de vida a partir de la electricidad. La historia de Crosse no fue muy afortunada, llegó a ser considerado un endemoniado, siendo sus posesiones y propiedades exorcizadas.  Aun así, continuó investigando hasta su muerte el 26 de mayo de 1855.

2. El galvanismo de Luigi Galvani y los experimentos de Erasmus Darwin y Giovani Aldini.

Luigi Galvani demostró que con pequeñas descargas era capaz de animar miembros de ranas que se contraían por el efecto de la electricidad. De estos experimentos dedujo que la electricidad era la que sustentaba la vida de los seres vivientes, siendo producida en el cerebro y enviada por los nervios a los músculos. A esta teoría se la denominó Galvanismo y es protagonista en gran medida de la obra de Frankenstein.

Erasmus Darwin, realizó importantes experimentos en galvanismo, pero el que más impacto tuvo en la sociedad de la época, fue el del físico italiano Giovanni Aldini, sobrino de Galvani. El principal experimento de Aldini fue cuando utilizó la electricidad para intentar reanimar a un condenado a la horca, el inglés George Forster. El resultado fue un grotesco espectáculo en el cual, al poner varillas conectadas a una batería, en ciertas partes del cuerpo de Forster, éste presentaba reacciones involuntarias como movimientos en la mandíbula o hasta movimientos de las extremidades con cierta fuerza, que hacían parecer que el muerto en algún momento había vuelto a la vida.

Mary Shelley debió asistir a alguna de aquellas impresionantes demostraciones tan famosas en su época. Pudiendo así quedar tan impresionada, por aquella extravagante teoría del Galvanismo, que terminó convirtiéndose en el motor que animaría su Frankenstein.

3. Johan Konrad Dippel.

Este teólogo, filósofo y alquimista, nacido el 10 de agosto de 1673, vivió en el Castillo de Frankenstein (aunque os parezca extraño un castillo con este nombre existe y está en Alemania desde 1252). Sólo por esto, su influencia sobre la novela de Mary Shelley parece clara, pero es que no sólo en la coincidencia del nombre de su lugar de nacimiento coincide Dippel con la historia narrada por la escritora.

Dippel practicó alquimia y, afirmó haber descubierto un aceite que tenía la clave para vivir 137 años. Durante su estancia en el famoso castillo, se rumoreaba que practicaba extraños experimentos con cadáveres, entre los que se decía que intentaba transferir un alma de un cuerpo a otro. A tal punto llegó la preocupación con sus actividades, que terminó por ser expulsado por los vecinos de la ciudad. Otro punto que juega a su favor, como fuente de inspiración para la novela de Shelley, es que Dippel afirmaba haber logrado descubrir, durante sus experimentos alquímicos, “el principio vital”. Una fórmula que permitía crear vida desde la materia inanimada.

Con todas estas influencias, las propias experiencias traumáticas personales y una buena labor de documentación, no es difícil imaginar como Mary Shelley fue capaz de vestir su idea primigenia hasta crear su inolvidable novela. A este pastel hay que unir la guinda de su crianza liberal, con principios anarquistas y feministas que también son reflejados en su obra de maneras sutiles. El resultado fue una obra que ha quedado como un clásico de todos los tiempos.

Existen curiosamente tres versiones del Frankenstein de Mary Shelley: Una primera versión obra íntegramente de la escritora publicada 1817; una segunda versión de 1818 corregida con la ayuda de su marido Percy Bysshe Shelley y una última versión completamente reescrita con la colaboración, una vez más de Percy, publicada en 1831.

La vida de Mary no fue ni mucho menos fácil tras la publicación de su obra. En 1818, los Shelley se mudaron a Italia, donde su segundo y su tercer hijo murieron. Afortunadamente, Mary tuvo posteriormente un último hijo, el único que sobrevivió, Percy Florence. Sin embargo, la desgracia volvió a golpearla en 1822, cuando su esposo Percy se ahogó tras hundirse su velero. Un año después, Mary Shelley regresó a Inglaterra. A partir de aquel momento se dedicó en exclusiva a la educación de su hijo y a su labor como escritora. Mary Shelley nunca se volvió casar, aunque no le faltaron pretendientes, muriendo a la edad de 53 años, el 1 de febrero de 1851, probablemente debido a un tumor cerebral.

Con esto terminamos el repaso a esta inolvidable obra, que nos sirve como un excelente ejemplo de aquellos consejos que os ofrecía en el vídeo artículo de cómo concebir una idea para escribir un libro.

Destripando a Frankenstein: Descubre como Mary Shelley concibió su novela.

Claves imprescindibles para entender la Estructura Narrativa

Claves imprescindibles para entender la Estructura Narrativa
Claves imprescindibles para entender la Estructura Narrativa

Hoy desgranamos las «Claves imprescindibles para entender la Estructura Narrativa». Con este nuevo video artículo que incorporamos a la Videoteca, intentaré ayudaros a entender como organizar y desarrollar la información en vuestros relatos. Como siempre podéis ver el video con ejemplos en el canal de youtube.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que existen dos tipos de estructuras narrativas: la externa y la interna. La estructura narrativa externa de la narrativa es la forma física en que se organiza el texto; capítulos, párrafos, actos, escenas, secuencias, …. Pero, de la que vamos a hablar hoy, es de la estructura interna de un texto narrativo, que es la manera en la que se organizamos la información que queremos narrar.

Gráfico Estructura Narrativa Interna
Gráfico Estructura Narrativa Interna

La estructura narrativa interna se divide en tres partes diferenciadas:

  1. Introducción o Planteamiento.

Puede denominarse también inicio o presentación. Es el punto de comienzo del relato, en el que se presenta y sitúa la historia y los personajes principales. Suele ser de corta duración y ayuda principalmente en la ambientación, respondiendo a las preguntas iniciales que circulan en la mente del lector, sobre el dónde, el cuándo, el quién, el por qué, etc…

Un ejemplo muy descriptivo son las películas de la saga de Indiana Jones. La primera película, “En busca del Arca perdida», se inicia con el final de una aventura de Indiana, lo que nos ayuda a entender el personaje. Esta escena inicial nos descubre el dónde y el cuándo y crea ya la ambientación que seguirá el resto de la historia. Toda esta aventura forma parte de la introducción o planteamiento, que se completa con las escenas iniciales de Indiana dando clases en la Universidad, que terminan de responder al quién e incluso al porqué de la historia.

Hoy en día, cuando la capacidad de atención de la población es cada vez menor, debido al uso y abuso de la inmediatez que producen en nosotros las nuevas tecnologías, especialmente Internet, esta parte se ha convertido en crucial a la hora de narrar una historia. Se puede decir que si un escritor no capta la atención e interés del lector en los primeros párrafos de su obra, ésta fracasará y el lector la abandonará sin terminar de leerla. Por eso, hay que cuidar la introducción al máximo, es la carta de presentación de vuestra historia (incluso de cara a editores).

2. Nudo o Desarrollo.

Aunque es menos usual, suele denominarse también medio o complicación y es la parte central de la narración, donde los personajes empiezan a moverse, haciendo frente a problemas y conflictos para conseguir su objetivo. Esta parte constituye la más amplia en extensión de la narración y es básicamente donde se desarrolla el grueso de la acción.

Es interesante recordar, aunque ya dimos algunas pinceladas a este respecto en el artículo sobre el marco escénico y temporal de la acción, que la estructura narrativa puede desarrollarse de dos formas distintas:

  • De forma lineal. Los hechos se suceden uno detrás de otros de forma cronológica
  • De forma no lineal. Se rompe el orden cronológico con saltos al pasado (flash-backs) o al futuro (flash-forward).

No os dejéis encorsetar por estos conceptos, jugad con ellos. Podéis mezclar distintos modos narrativos o incluso ofrecer un desarrollo en el que, cuando el lector crea haber alcanzado un clímax, se encuentre que solo es la introducción de un nuevo desarrollo imprevisto. En esto el director de cine Cristopher Nolan es un maestro, utilizando tramas y sub tramas anidadas sin fin, en obras como como «Origen» o en sus películas de la trilogía de «Batman».

3. Desenlace o Final.

En el desenlace o final se alcanza el clímax de la acción y el protagonista o protagonistas soluciona el conflicto creado y desarrollado en la obra. Es decir, es el momento en el que se responden todas las preguntas en la mente del lector.  En esta parte os recomiendo que el desenlace lo narréis de forma ágil y concisa. Si se alarga en exceso un final pierde su capacidad dramática.

Podéis jugar con dos tipos de desenlace:

  • Desenlace cerrado. Se da una conclusión definitiva y completa a todas las tramas y subtramas abiertas durante la narración.
  • Desenlace abierto. Aunque se concluye la trama principal, se dejan abiertas subtramas o hilos narrativos, de forma que la historia pueda continuarse más adelante, en otro libro o en la mente del lector.

Sin embargo, lo principal es que no uséis “trampas” para plantear soluciones facilonas que dejen completamente insatisfecho al lector. Puede que una vez legados aquí hayáis conseguido que el lector lea vuestra obra, pero, si este no queda satisfecho con el final, no va a recomendaros a otros lectores y vuestra obra fracasará. Eso no significa que tengáis que dar un final feliz de color de rosa. La satisfacción del lector la conseguiréis sobre todo cuidando la coherencia narrativa.

Igual es conflictivo, pero como ejemplo de final incoherente tengo que comentar la serie de televisión Juego de Tronos. Basada en la serie de novelas Canción de hielo y fuego, escrita por el estadounidense George R. R. Martin, es un perfecto ejemplo de giro injustificado, no en la trama, sino en los caracteres de los personajes. Toda la última temporada puede considerarse el desenlace de la serie y al jugar con estos giros injustificados, que los guionistas pensaron muy acertados, consiguieron uno de los finales que más insatisfechos han dejado a los espectadores de la historia de la televisión.

Aunque también es justo reconocer que aún no ha sido publicada la última de las novelas, por lo que, desde el punto de vista literario, la serie hasta ahora sigue gozando de un desarrollo excelente, pletórico de coherencia. Sólo esperemos que George R. Martin no siga la estela de la serie de televisión y cree un final digno de su obra.

Hasta aquí el artículo de hoy, os dejo con el video artículo y no olvidéis suscribiros y comentar todo lo que queráis, aquí en el blog y en el canal de youtube. Estada atentos que pronto habrá importantes novedades.

Domínalo todo sobre la Estructura Narrativa

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