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Los antihéroes en la literatura

Los antihéroes en la literatura
Los antihéroes en la literatura

Los antihéroes en la literatura es el tema del artículo de esta semana y que os debía desde que hablamos de los héroes literarios. Sin embargo, antes de entrar en harina, dejadme disculparme porque esta semana pasada no haya habido video artículo ni aquí ni en el canal de youtube. La explicación es que se han aliado una serie de catastróficas desdichas que me han impedido llegar a tiempo con el video.

Una de ellas la podéis adivinar por mi tono de voz en el vídeo, aún tomado por la visita del famoso virus que nos tiene a todos acongojados desde hace ya prácticamente dos años. Pero, por si esto no fuera suficiente, simultáneamente mis webs fueron atacadas por simpáticos hackers, más algunas cosas más que no es momento ni lugar de comentar.

También, antes de abordar el tema de hoy, quiero comentaros una nueva iniciativa del canal a la que espero que os apuntéis todos los adictos a la literatura. En esta ocasión, ha llegado el momento de que escribáis vosotros y no yo. Quiero animaros a que me enviéis a mi correo de contacto o a través del formulario de contacto de mi web, un relato de vuestra autoría. El único requisito es que no exceda las 1000 palabras, pero la temática es completamente libre.

Estaré recibiendo estos relatos lo que queda de año. Entre todos escogeré 5 que comentaré en profundidad en uno o más video artículos para celebrar la llegada de 2022. Todos ellos tendrán un premio sorpresa por supuesto. Así que es el momento de quitaros la vergüenza a que otros os lean y abriros a la crítica. Espero vuestros relatos.

Y ahora sí, adentrémonos en la cada vez más importante figura del antihéroe. Pero ¿Cómo definiríamos este tipo de personaje?

Realmente esta palabra “antihéroe” es de uso muy reciente, en literatura se solía hablar en su lugar de “Protagonista antagónico”. Con esta denominación nos estamos refiriendo a un tipo de personaje que, aunque suele ser el protagonista de la narración y realiza actos heroicos, no lo hace con los métodos habituales de un héroe ni movido por intenciones nobles o altruistas. Es decir, se trata de un protagonista desprovisto de las habituales cualidades atribuidas a los héroes como la integridad, una moralidad intachable o incluso la perfección física.

En literatura este tipo de protagonista se hizo muy famoso en la novela picaresca, que surgió en el siglo XVI como crítica y burla de la sociedad. El Quijote de Miguel de Cervantes es un buen ejemplo, como también El Lazarillo de Tormes. Aunque quizá el culmen de este género es Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Escrita en 1599, narra las aventuras de su protagonista con afán moralizante y construye uno de los mayores antihéroes literarios en este Guzmán, un personaje de orígenes infames, pícaro y amoral.

A la hora de abordar los tipos de antihéroes existen muchas propuestas de clasificación. Yo os propongo aquí una muy sencilla que os puede servir para vuestros relatos, pero que es totalmente personal. Veamos los tipos de antihéroes:

1. Arrepentido

Suele ser un personaje de pasado oscuro que, ante una situación inesperada, o simplemente por cansancio o hartazgo con su vida vacía, opta por actuar de forma heroica en busca de redención. Este personaje es ideal para construir historias de crecimiento personal, donde el protagonista cambie a la vez que la historia encontrándose a sí mismo.

El personaje de Solomone Kane de Robert E. Howard es un gran ejemplo de este tipo de antihéroes. Con un pasado de asesino y guerrero, arrepentido inicia el camino de la Fe dispuesto a no volver a matar. Algo que le resultará muy complicado.

2. Vengador

Se trata de un personaje que, ante una situación de injusticia contra él mismo o alguien de su entorno, decide emprender el camino de venganza. Lo que le lleva a convertirse en héroe muy a su pesar. Suele ser el protagonista escogido para historias repletas de acción y aventura.

La famosa saga cinematográfica de John Wick es un ejemplo perfecto de antihéroe vengador. En este caso, la furia del protagonista se despierta cuando irrumpen en su casa, roban su antiguo coche (un Mustang del 69) y matan a su perro, que era un regalo de su mujer recién fallecida…

3. Cínico

Suele ser un personaje harto de todo, que se considera a sí mismo sin nada que perder. Aunque actúe de forma desenfadada, suele estar deprimido y completamente decepcionado por el mundo que le rodea. Su falta de miedo le convierte casi sin querer en protagonista de acciones que a la postre resultan heroicas. Este personaje da pie a historias más reflexivas y mordaces, donde el cinismo del protagonista puede aprovecharse para realizar una crítica sobre algún tema que nos interese especialmente.

La reciente serie de Loki de Marvel utiliza este tipo de enfoque, convirtiendo al rey del engaño en un personaje cínico e irreverente que, en el fondo, lucha contra su propia soledad…

4. Pícaro

Es el personaje que hemos comentado antes. Normalmente de origen miserable y criado en la amoralidad, no duda en recurrir a todo tipo de argucias y trucos para conseguir sus fines. Sin embargo, en el fondo, se trata de un personaje de buen corazón, al que es el entorno el que realmente le ha llevado a su forma de actuar. Es un personaje perfecto para la comedia y la sátira y, sobre todo, para construir historias con ánimo moralizante.

Sin volver al siglo XVI, tenemos al personaje de Jack Sparrow, de la saga de Piratas del Caribe, que personaliza de forma perfecta al truhan, pícaro y sinvergüenza que, en el fondo, está bien intencionado.

Más allá de esta clasificación podemos sacar algunas conclusiones sobre una serie de características propias del antihéroe, que es conveniente manjar y combinar con soltura para crear estos personajes con solvencia.

  1. “Tienen un código moral propio”.
    Aunque un antihéroe no sigue la moral tradicional y puede resultar incluso amoral, debe sin embargo mantenerse fiel a un código de comportamiento propio. El personaje de The Mandalorian, por ejemplo, sigue de forma rigurosa las normas de su clan, a pesar de ser en un principio un simple mercenario.
  2. No respeta la ley.
    El antihéroe no ve la ley como una barrera infranqueable sino como algo maleable para modificar según sus intereses. Igual puede actuar dentro que fuera de la ley si lo ve necesario. En V de Vendetta de Alan Moore, el protagonista enmascarado no duda en saltarse la ley e incluso convertirse en terrorista para denunciar una sociedad que considera injusta.
  3. Tiene un pasado oscuro.
    En el fondo todo antihéroe o ha sido un villano con anterioridad o ha estado apunto de serlo. En todo caso, el pasado no es algo de lo que se sienta orgulloso. El personaje de Wolverine en los XMen arrastra un pasado de crímenes del que nunca termina de escapar del todo.
  4. Puede ser un personaje asocial con nula capacidad comunicativa, o depresivo y solitario, puede que incluso acomplejado por algún problema físico.
    Todas estas barreras le convierten en alguien que no cree en la sociedad y que, además, se considera al margen de ésta. La futura película Morbius de Marvel, tiene como protagonista a un doctor desahuciado y con nulas capacidades sociales, obsesionado con la búsqueda de una cura para su enfermedad.

Lógicamente no todo antihéroe reúne todas estas características, sino que suele ser el resultado de una combinación de ellas. Así que lo ideal es combinarlas para crear vuestro antihéroe ideal. Y cómo siempre, para lograr esto, os dejo finalmente cinco consejos que espero que os ayuden a crear vuestros antihéroes.

1. Sorpresa

Es interesante cuando se quiere introducir un antihéroe en una historia, jugar con la sorpresa del lector. Puede funcionar muy bien presentar un supuesto protagonista y que éste ceda su lugar protagónico a un antihéroe escondido en el relato.. Conseguir que no se lo espere el lector debe ser nuestro objetivo.

Por poner un ejemplo donde se consigue este efecto, en Watchmen de Alan Moore, es al final de la historia cuando el personaje más despreciable de todos los protagonistas Rorschach, se revela como el auténtico héroe de moral inquebrantable.

2. Marco moral limitado.

Los antihéroes no siguen las leyes morales habituales, pero, como hemos visto, tienen su propio marco moral. Pues bien, hay que tener mucho cuidado con qué marco moral le ponemos a nuestro antihéroe. Si nos pasamos de manga ancha y lo hacemos demasiado inmoral puede resultar irrecuperable para la historia. Y, lo que es peor, hacer que el lector no se identifique en absoluto con él.

Un personaje que juega en este límite es Deadpool, donde los guionistas hacen maravillas para no traspasar esta línea tan sutil y, aún así, crear un personaje al borde de la total inmoralidad.

3. Ambigüedad

Jugar con la ambigüedad siempre es buena idea y en el caso de los antihéroes es además obligatorio. Si consigues que el lector se plantee sus propios valores morales en algún momento, tienes el éxito asegurado.

Por ejemplo, en la famosa serie La casa de papel, los televidentes llegan a identificarse con los ladrones como los héroes y la policía como los villanos, haciendo que sus robos se vean como un acto de rebeldía contra un sistema corrupto.

4. Motivación

Abundando en lo anterior, el mejor método para conseguir esa ambigüedad moral en tu antihéroe es motivarlo de manera profunda. Sus razones para actuar, por fuera de las normas sociales habituales que estén, deben ser comprensibles para el lector. Hay que conseguir que éste se identifique con las motivaciones de nuestro antihéroe.

En la serie The Boys la violencia de los protagonistas se justifica ante la completa brutalidad y desprecio con la que actúan los supuestos héroes oficiales.

5. Evolución

Como siempre la creación de personajes lineales o planos es un error y en un antihéroe aún más.  Este tipo de personajes deben dudar, cambiar de opinión y en definitiva emprender su propio camino de evolución a lo largo de la historia, en el que encontrarse consigo mismos como héroes.

En la fantástica serie Killing Eve, la relación entre la asesina en serie y su perseguidora va pasando por distintas fases lo que enriquece enormemente un relato.

Y hasta aquí al video artículo de hoy. Volveremos con más temas heroicos que aún nos quedan por abordad como “el camino del héroe”, así que continuará…

Como siempre, espero vuestros comentarios y, como os comenté al inicio del artículo, mandadme vuestros relatos de no más de 1000 palabras de aquí a fin de año. Prometo comenzar el 2022 comentado los cinco que más me hayan gustado, que, además, tendrán premio seguro.

Dad un like, si os ha gustado, y suscribíos al blog y al canal de youtube, sin olvidar dar a la campanita para que os lleguen las notificaciones. Os dejo con el video artículo  y hasta la semana que viene.

Antiheroes. Cómo crearlos y cómo usarlos de la manera correcta en cualquier historia.
Los antihéroes en la literatura

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¿Es real el auge del arte urbanita que vivimos?

Arte Urbanita

Preguntarse por la verdadera naturaleza del arte y la cultura es una tarea ciertamente complicada ya que el resultado de cualquier reflexión se convertirá, sin lugar a dudas, en fuente de controversia, dada la pluralidad de ideas e intereses que estos mundos arrastran tras de sí.

Sin embargo, no me resisto a reflexionar sobre las nuevas formas de expresión artísticas que se multiplican en la mayoría de capitales del mundo. Arte callejero, grafitis, exposiciones en locales de moda o mini teatros, se suceden sin interrupción en los barrios de moda de múltiples ciudades, pero ¿significa esto un avance real de la cultura popular?

Lo cierto es que, a pesar del innegable talento de muchos de estos jóvenes artistas. que buscan en estos espacios un hueco para su arte, hay algo que parece haberse perdido por el camino. Y es que, el arte no es sólo talento, sino que es algo mucho más sutil; es capacidad para hacer sentir y emocionar, para llegar al alma del espectador.

En un mundo rendido al altar del consumo, el arte ha sido el gran sacrificado ante este Dios de la superficialidad. Hoy en día se concede a la obra de un artista el mismo valor que a un producto de supermercado. Un producto valorado principalmente por su capacidad de multiplicar su valor. Sólo así se entiende que muchas exposiciones se hayan convertido en decorado de bares y locales de moda, donde la gente decide entre copa y copa si le gusta o no el artista de turno. No hay nada malo en cual sea el entorno es que el arte de manifieste, pero, sea este el que sea, el arte debe ser el protagonista no un mero actor secundario de una velada dedicada al ocio.

No quiero con esto criticar el hecho de que el arte se exponga en lugares populares, de hecho, en épocas pasadas también los artistas se reunían en locales, pero lo hacían, no sólo para mostrar sus obras al público, sino también para discutir y compartir sus emociones y, sobre todo, para hablar del mundo que les rodeaba. El arte siempre ha sido crítico y comprometido, una herramienta esgrimida con talento que aspiraba a mejorar el mundo. Ahora, y sin querer generalizar de manera injusta, lo cierto es que, en algunas ocasiones, en las reuniones de jóvenes artistas la conversación más comprometida que podemos encontrar es si es o no adecuado el pepino en el gin tonic que se están tomando.

Algo muy mal estamos haciendo cuando en lugar de ser el arte el que aspira a cambiar el mundo, es éste el que está cambiando el arte, transformándolo en mero attrezzo de nuestra superficialidad.

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La mayor obra de arte: El cuerpo humano

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Después de traeros las expresiones artísticas más dispares, ha llegado el momento de hablar de la obra de arte más grande de todas, que no es otra que el cuerpo humano. Para ilustrar el tema os traigo un videoreportaje sobre una de las múltiples exposiciones que están recorriendo el mundo, mostrando una colección de auténticos cadáveres humanos, previamente disecados, plastificados, coloreados e inodoros. L

cuerpoa creadora del proyecto fue la empresa Premier Exhibitions en 2004. La idea es exponer una serie de cuerpos humanos perfectamente conservados (los cadáveres tardan en prepararse entre 1 y 2 años por parte de anatómicos chinos), que ilustren cada uno de los sistemas anatómicos que componen nuestro cuerpo. El fin es fundamentalmente didáctico y pretende concienciarnos de la increíble complejidad y a la vez fragilidad de nuestros cuerpos, para ello la exposición se divide en 9 temáticas ,que también acercan órganos enfermos de cáncer, Alzheimer o tuberculosis y muestran las venas y arterias, gracias a una inyección de silicona.

Esta exposición ha recogido alabanzas y críticas a partes iguales, debido a que los cuerpos son reales y, todo ello, a pesar de que los organizadores garantizan que los cadáveres pertenecen a personas que han donado voluntariamente sus cuerpos a la ciencia. A medio camino entre ciencia y arte, lo que esta exposición deja al descubierto, no sólo son tejidos y huesos humanos, sino la revelación descarnada de la increíble maquinaria biológica que compone nuestro organismo.

Ninguna obra humana puede ni siquiera acercarse a su extremada complejidad y precisión, ni tampoco a su inigualable belleza (a pesar de que pueda resultar un tanto chocante su visión descarnada). Ante su visión es difícil adjudicar su creación a la mera casualidad.

Como un amigo comentaba, pensar que el hombre es el resultado de una increíble sucesión de casualidades desde el barro primigenio, es tan probable, como que alguien arrojase un puñado de arena al aire y, al caer, formase la Catedral de la Sagrada Familia de Barcelona. Pero, en todo caso, ese es otro debate.

Publicado originalmente en: El Rincón de la Imaginación

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La disciplina artística más insólita: El Arte Animal

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En este blog intento traeros todo aquellos que me parece más interesante del mundo del arte en cualquiera de sus expresiones. El cine, el comic, la pintura o la literatura son los protagonistas indiscutibles de este blog. Sin embargo, nunca se me hubiese pasado por la imaginación que haría un hueco en esta página para un aspecto del arte absolutamente desconocido para mi hasta ahora: El Arte animal.

Alguno pensaréis que tal cosa no puede existir, a fin de cuentas se le da al arte una cualidad en cierto modo metafísica allegada al espíritu, y tal cosa es normalmente negada en el mundo animal. Solemos considerar a los animales, casi como meros autómatas dotados tan sólo de una especie de programa que automatiza sus respuestas, al que llamamos «Instinto», pero negamos habitualmente la capacidad animal para sentir emociones como el amor, al envidia o la ilusión. ¿Cómo es posible entonces que estas máquinas instintivas realicen tareas abstractas y de naturaleza anímica como la pintura? ¿Se trata tan sólo de una capacidad imitativa y no de auténtico arte?.

A continuación os traigo un vídeo realmente asombroso en el que podréis contemplar como un elefante es capaz de realizar una pintura con acrílico sobre un lienzo que estoy seguro que os dejará con la boca abierta, y con muchos interrogantes que responder.  Al principio pensé que se trataba de algún tipo de trucaje, pero tras investigar el tema me he topado con que estos elefantes pertenecen a un proyecto de dos pintores rusos: Vitaly Komar y Alex Melamid, que en 1996 decidieron crear la primera academia de arte para elefantes, con el objetivo de conseguir beneficios que permitan la supervivencia de estos grandes paquidermos. La sede se estableció en la ciudad tailandesa de Lampang.

En abril de 2002 llegaron al prestigioso Museo de Arte de Berkeley. Allí expusieron 50 pinturas de 17 elefantes provenientes de India, Indonesia y Tailandia junto con fotografías y documentación sobre la fundación. Cada elefante muestra un estilo claramente diferenciado y los críticos coinciden en destacar la gran calidad de sus obras que rivalizan con autores como Jackson Pollock, Willem de Kooning y Franz Kline. Cada vez que exponen, los elefantes subastan sus trabajos y con el dinero recaudado –han ganado hasta 10.000 dólares por muestra- se subvencionan las escuelas de arte y su manutención.

Quizá debamos replantearnos el concepto que tenemos del mundo animal y empezar a revisar nuestro comportamiento con nuestros compañeros de viaje en este cansado planeta.

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El Arte y "El Traje Nuevo del Emperador"

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Hans Christian Andersen fue un famoso poeta y escritor danés, que nos regaló una gran cantidad de cuentos infantiles, llenos de originalidad y moralejas, más o menos ocultas. Pero hoy no voy a hablaros de él, sino de una de sus obras titulada “El traje nuevo del Emperador”. En esta historia, un Emperador presumido, vanidoso y aficionado a los trajes nuevos, es engañado por dos pícaros que le venden un traje maravilloso, con la increíble virtud de ser invisible para aquellos que no fuesen aptos para su cargo o fuesen irremediablemente estúpidos. Huelga decir que los pícaros engañan a todo el mundo y no confeccionan absolutamente nada, simulando simplemente estar trabajando. Nadie se atreve a confesar que no ve la maravillosa tela, dado que sería tachado inmediatamente de estúpido e incompetente, incluido el mismísimo Emperador. Al final, el Emperador terminó por desfilar por su ciudad, completamente desnudo, incapaz de confesar que en realidad no veía traje alguno sobre su cuerpo. Sólo un niño se atrevió a gritar ¡Pero si no lleva nada!, levantando el murmullo de las gentes. Sin embargo, el Emperador ignoró la voz de la inocencia y continuó su desfile con altivez.

Alguno os preguntaréis por qué traigo aquí este cuento infantil. Lo hago, porque me parece que su moraleja es hoy más actual que nunca. Y es actual, porque en el mundo del arte, la sociedad se ha dejado embaucar por los actuales trúhanes de turno. Como voceros del Emperador, los medios de comunicación y los adalides de la cultura se lanzan a alabar “obras de arte”, en las que se exponen cuadros de colores, manchas de tinta o colores sin sentido ni concierto alguno, por no hablar de las esculturas consistentes en cubos de basura amontonados, telas arrugadas o hierros retorcidos. ¿Es esto realmente arte?

Una parte importante del arte es la experimentación de nuevos medios y formas de expresar, pero ¿significa esto que todo vale? A menudo, oímos a sesudos intelectuales decir que tal o cual obra es buena porque crea emociones en el espectador. ¿Significa eso que crear emociones es el único objetivo del arte? ¿Es, por tanto, el arte un vehículo para crear emociones o sentimientos de cualquier tipo? No, no lo es. Si así lo fuera, todo sería arte porque cualquier aspecto de la vida crea emociones. El ser humano es un ser de emociones y todo lo que le rodea le provoca esas emociones. Decir que todo es arte equivale a decir que nada es arte. Hemos vaciado el contenido de la palabra arte hasta dejarlo en un triste esqueleto de lo que ha sido a lo largo de la historia. Llamamos artista a un actor, a un presentador de televisión o a un escultor especializado en retorcer metales, pero, sin embargo, un alfarero que crea esculturas de arcilla y las vende en los mercadillos es un mero artesano.

Quizá ha llegado el momento de que hagamos caso a ese niño que grita ¡Pero si no lleva nada! Deberíamos mirar las “obras de arte” con los ojos de la inocencia y decir lo que de verdad estemos viendo o sintiendo ante una obra, ignorando por completo a los intelectuales de turno y sus sesudas explicaciones intentando vendernos un nuevo traje para el Emperador. A continuación os dejo un vídeo que aborda este mismo tema.

Foto:  http://www.blasonstudio.com

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