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Los misterios de Sir Arthur Conan Doyle

Los misterios de Sir Arthur Conan Doyle
Los misterios de Sir Arthur Conan Doyle

Los misterios de Sir Arthur Conan Doyle. Volvemos con una nueva entrega de Misterios de la Literatura. Esta semana le ha llegado al turno ni más ni menos que a Sir Arthur Conan Doyle, conocido universalmente por ser el creador de Sherlock Holmes. Un autor que de ninguna manera podía dejar de estar en esta sección, ya que si algo caracterizó su vida fue el misterio en todas sus dimensiones. Así que pongámonos a ello.

Arthur Ignatius Conan Doyle nació en Edimburgo, Escocia, el 22 de mayo de 1859. Creció en una familia numerosa de entre 9 o 10 hermanos. Su padre era el arquitecto Charles Altamont Doyle, proveniente de una familia de ilustradores y caricaturistas. Algo que él también el practicaba por lo que llegó a ilustrar la primera edición de la obra de su hijo “Estudio en escarlata”. Su madre, Mary Foley, era una mujer irlandesa, hogareña, pero también una mujer de letras, lectora apasionada y profundamente imaginativa. Ella fue, probablemente, quien despertó el gusanillo de la literatura del pequeño Arthur Conan Doyle.

No fue una infancia fácil. El alcoholismo creciente de su padre fue llevando a la familia a graves problemas económicos. En 1864 la familia tuvo incluso que separarse durante 3 años, yendo los hermanos a residir temporalmente a diversas instituciones. Finalmente, en 1867 la familia se reunió de nuevo alquilando unas habitaciones en una casa de huéspedes.

Afortunadamente y gracias al apoyo económico de sus tíos, en 1868, Arthur Conan Doyle, pudo acceder a una buena educación en diversos colegios de la orden de la Compañía de Jesús.  En 1876, comenzó la carrera de Medicina en la Universidad de Edimburgo, donde curiosamente destacó como deportista y conoció al médico forense Joseph Bell, del que ya os hablaré más en profundidad porque es la figura inspiraría al personaje de Sherlock Holmes.

Artur Conan Doyle empezó a escribir y publicar historias cortas mientras estudiaba medicina, aunque esto no le impidió doctorarse y llegar a ejercer como cirujano durante seis meses, a principio de 1880, en un ballenero llamado The Hope. Un años después y acabados sus estudios volvería a embarcare como médico, en esta ocasión en el buque SS Mayumba en su viaje a las costas de África Occidental.

En 1882 intentó establecerse como médico por su propia cuenta en Portsmouth, sin demasiado éxito, por lo que volvió a la literatura con nuevas historias inspiradas en sus viajes marinos, que fueron publicados sin demasiada pena ni gloria. En 1885 se casó con Louise Hawkins, más conocida como Touie, con la que tuvo dos hijos: Mary Louise (1889-1976) y Arthur Alleyne Kingsley (1892-1918).

Una vez más, en 1887 se mudó a Londres para ejercer de oftalmólogo. Sin embargo, el destino le volvió a dejar claro que la medicina no era su futuro y, como él mismo reconoció en su biografía, ningún paciente entró en su clínica. Esto, para fortuna de todos nosotros los lectores, le llevó a lanzarse definitivamente a la escritura dando a luz al personaje que lo haría inmortal, Sherlock Holmes. A partir de aquí su carrera literaria despegaría hasta lanzarle a una merecida fama.

Arthur Conan Doyle fue también un hombre interesado en la política y comprometido. En 1900, tras escribir su libro más largo «La guerra de los bóeres», se presentó como candidato para la Unión Liberal. A pesar de que ya entonces era un personaje querido y muy respetado no logró la elección. En 1902, tras escribir un artículo titulado «La guerra en el sur de África: causas y desarrollo», que alcanzó gran difusión, fue nombrado caballero de la Orden del Imperio Británico en 1902, otorgándole el tratamiento de sir.

Sin embargo, la desgracia esperaba a la vuelta de la esquina y el 4 de julio de 1906, su mujer pereció de tuberculosis a pesar de haber acudido con toda su familia a Suiza para intentar que se repusiera. Sólo un año después de casaría de nuevo, en esta ocasión con la médium Jean Elizabeth Leckie, a la que al parecer llevaba unido por un amor platónico más de 20 años. Con ella tendría de tres hijos más: Jean Lena, Denis Percy Stewart y Adrian Malcolm.

Al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, Arthur Conan Doyle volvió a demostrar su compromiso político, intentando alistarse, a sus 55 años, como simple soldado raso. Lógicamente fue rechazado, pero aun así fue al frente de batalla y reportó los acontecimientos para el Ministerio de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña.

Sir Arthur Conan Doyle murió en Crowborough, East Sussex (Inglaterra), el 7 de julio de 1930 de un ataque al corazón. Tenía 71 años de edad y en su honor se erigió una estatua que se encuentra en esa localidad, donde residió durante 23 años. Fue enterrado en el cementerio de la iglesia de Minstead en New Forest, Hampshire.

Sir Arthur Conan Doyle fue uno de los grandes escritores del siglo XX. Aunque los 56 relatos y cuatro novelas que escribió sobre Sherlock Holmes opacaron el resto de su obra, lo cierto es que fue un autor prolífico que barco todo tipo de temáticas. Se le calculan entre veinte y treinta obras de ficción, libros de historia sobre dos guerras, varios títulos de ciencia paranormal, tres de viajes, uno sobre literatura, varias obras de teatro, dos libros de criminología, dos panfletos políticos, tres poemarios, un libro sobre la infancia y una autobiografía.

Pero más allá de todo esto, Sir Arthur Conan Doyle estuvo rodeado de misterio y no sólo en sus obras de ficción. Se trató sin duda de uno de esos escritores en los que ficción y realidad llegan a mezclarse hasta hacerse casi indistinguibles. Por eso llega el momento de repasar algunos de los grandes misterios de Sir Arthur Conan Doyle.

Sir. Arthur Conan Doyle y el espiritismo

Aunque parezca paradójico, el creador de uno de los personajes más racionales y defensores del método científico como Sherlock Holmes, fue también un profundo creyente en el mundo del más allá y especialmente en el espiritismo.

Sir Arthur Conan Doyle se vio muy influenciado por sus experiencias en el campo de batalla durante la Primera Guerra Mundial. Estas experiencias traumáticas junto a la muerte de su hijo Kingsley que falleció a causa de una neumonía en 1918, y de su propio hermano, el Brigadier General Innes Doyle, en 1919, hicieron que volcase en la búsqueda de la espiritualidad y el esoterismo.

Sólo 2 años después el escritor se vio envuelto en uno de lo casos más curiosos de la historia del espiritismo; la aparición de unas fotos que probaban la existencia de las hadas.

La historia comenzó en el jardín de una casa en la aldea de Cottingley, cerca de la ciudad inglesa de Leeds. Elsie Wright y su prima Frances Griffiths pasaban aquel verano de 1917 jugando en el jardín, junto a un arroyo, según ellas, con hadas.

Griffiths había llegado de Sudáfrica con su madre, para vivir con su tía, su tío y su prima Elsie en el condado de Yorkshire, en Inglaterra, mientras su padre peleaba en la Primera Guerra Mundial. Las dos niñas solían jugar en el jardín todo el tiempo y volvía con la ropa, los zapatos y las medias sucias. Para justificarse solían decir que querían jugar en el jardín porque jugaba con hadas.

En 1920 las dos niñas dijeron haber fotografiado a las hadas en el jardín de la casa en la que vivían, en el norte de Inglaterra. Elsie Wright describiría en la BBC siendo ya adulta lo que había visto entonces:

«Este es el lugar donde vi el gnomo. Yo estaba aquí y Frances estaba allí, con la cámara. El gnomo venía de atrás de un árbol y caminó hasta donde yo estaba. Me pareció que me iba a tocar y extendí el brazo, pero desapareció. Ellos eran así, se acercaban y después desaparecían»

Las fotos que presentaron las madres de las niñas, eran de gran calidad para la época. De hecho, las hadas no tienen apariencia etérea, sino que, por el contrario, eran bastante sólidas, lo que llamó rápidamente la atención de los medios.

Sir Arthur Conan Doyle, se interesó en el caso y, tras encargar un estudio de las imágenes, escribió un controvertido artículo en el Strand Magazine titulado «Hadas fotografiadas: un suceso memorable», en el que defendió su autenticidad. Posteriormente incluso escribiría un libro «El misterio de las hadas» (1921) en el que trataría el tema con más profundidad.

La realidad se supo 50 años después de la muerte de Doyle. En 1981 en una entrevista realizada por Joe Cooper para la revista The Unexplained,​ las primas declararon que las fotografías eran falsas; habían sujetado recortes con alfileres de sombrero. Lo más sorprendente es que el motivo por el que mantuvieron tanto tiempo su mentira fuer, según explicó Elsie Wright, porque habían estado demasiado avergonzadas para admitir la verdad después de engañar al autor de Sherlock Holmes.

Es justo también reconocer que a pesar de reconocer que las fotos eran falsas, sus autoras mantuvieron hasta el final que las como las meigas, haberlas hay las y que efectivamente en su jardín vivían hadas.

¿Existió Sherlock Holmes?

Puede que esta pregunta os resulte extraña, pero el personaje de Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle, fue caracterizado con tal perfección por su autor, que muchas preguntas han llegado a dudar si realmente había existido. Como anécdota basta comentar que aún hoy se reciben múltiples cartas en el número 221B de la calle Baker, en Londres, la dirección ficticia inventada por Doyle para el famoso detective, en la que se solicitan sus servicios.

Lo cierto es que, aunque pueda sorprenderos, existe un personaje real en el que el escritor se basó para crear a Holmes. Su nombre era Joseph Bell (1837-1911), un famoso cirujano y profesor de la Enfermería Real de Edimburgo.

Sir Arthur Conan Doyle le conoció durante sus estudios se medicina. De él se comentaba con asombro que, tras echar un vistazo al aspecto y vestimenta de un paciente, deducía su vida y sus costumbres con increíble precisión. Estas asombrosas facultades asombraron al joven Doyle que posteriormente lo describiría así:

«Bell era un hombre muy notable física y mentalmente. Enjuto, nervudo, moreno, de rostro afilado y nariz poderosa, ojos grises penetrantes, hombros angulosos y andares renqueantes. La voz, aguda y disonante. Cirujano muy mañoso, su punto fuerte era, sin embargo, el diagnóstico, y no sólo de la enfermedad sino también de la profesión y carácter del pacien­te.

Por alguna razón que nunca he logrado adivinar, de entre el montón de estudiantes que frecuentaban sus salas me escogió a mí para ayudarle a atender a los pacientes externos, lo que significaba que yo tenía que ocuparme de darles cita, escribir notas sencillas sobre sus casos y luego hacerlos entrar, uno a uno, a la gran sala, que presidía mayestáticamente Bell en medio de una cohorte de ayudantes y alumnos. Aquello me permitió estudiar sus métodos de cerca y comprobar que él obtenía más datos del paciente con unas cuantas ojeadas que yo con mi sarta de preguntas”.

Lo cierto es que tanto mental como físicamente Sherlock Holmes debe mucho al doctor Bell, aunque también hubo otra influencia, en esta ocasión literaria, que le sirvió de inspiración y que es justo recordar: el detective C. Auguste Dupin salido de la increíble imaginación de otro de esos grandes genios a los que hemos dedicado un capítulo de Misterios de la literatura: Edgar Allan Poe.

En cuanto al ayudante abnegado de Holmes, el buen doctor Wartson, no hace falta decir que Arthur Conan Doyle se basó en si mismo para el personaje. Doctor como él, excombatiente en la guerra como él y médico poco afortunado en sus consultas particulares, como él mismo. Eso sí, a quien realmente quería parecerse Doyle era a Holmes, a quien no dudó en emular como criminólogo en varios casos reales, como veremos a continuación.

Sir Conan Doyle metido a investigador privado

La fama de Sherlock Holmes y su autor Arthur Conan Doyle llegó a tal punto que sus lectores empezaron a confundir al autor con su propio personaje. La verdad es que la gente no estaba tan equivocada ya que Sir Arthur Conan Doyle se convirtió en un criminólogo avezado que no dudó en aplicar el método Holmes a casos reales, con notable éxito la verdad.

El caso de Adolf Beck

Uno de ellos fue el extraño caso de Adolf Beck, un agente naviero noruego acusado de una serie de estafas contra mujeres en 1895, después de que una testigo le reconociera en plena calle. Beck fue acusado de diez delitos menores y cuatro delitos graves. Beck fue identificado también por un policía como un hombre que se hacía llamar John Smith, condenado a cinco años de trabajos forzados en 1877 por robar los pendientes, un anillo y once chelines a una mujer llamada Louisa Leonard.

De nada sirvieron las protestas de Beck que aseguró que tenía testigos que podían demostrar que se encontraba en Sudamérica en 1877. El 5 de marzo de 1896 Adolf Beck fue declarado culpable de fraude y sentenciado a siete años de servidumbre penal en la Prisión de Convictos de Portland en la Isla de Portland.

Sir Arthur Conan Doyle investigó el caso en profundidad aplicando el método Sherlock, como se dio en llamar en los medios. Sus conclusiones fueron que Beck era inocente y que había pruebas claras de que se encontraba en Sudamérica cuando se produjeron sus supuestos delitos. Todo apuntaba a un error de identificación por parte de las víctimas.

En 1901, Beck fue puesto en libertad tras cumplir su condena, pero su mala suerte aún no había acabado. El 22 de marzo de 1904, un sirviente llamado Paulina Scott presentó una denuncia de que un hombre de pelo gris y aspecto distinguido la había abordado en la calle, le había hecho cumplidos y luego le había robado sus joyas. El inspector que tomó la denuncia estaba familiarizado con el caso de Beck y asumió que él debía ser el culpable. Beck volvió a ser arrestado y juzgado el 27 de junio en Old Bailey ante Sir William Grantham.

Cinco mujeres lo identificaron y, con base en esta identificación positiva, fue declarado culpable por el jurado. El juez, sin embargo, se mostró insatisfecho con el caso y expresó algunas dudas al respecto. Afortunadamente, a pesar de las garantías del Ministerio del Interior y la policía sobre la culpabilidad de Beck, decidió posponer la sentencia.

Sin embargo, para fortuna de Beck y alegría de Doyle, que seguía defendiendo su inocencia la verdad salió a la luz diez días después. El 7 de julio, el inspector John Kane del Departamento de Investigación Criminal fue informado de la detención de un hombre que había intentado estafar a un par de actrices desempleadas esa tarde y había sido aprehendido en una casa de empeños. El modus operandi coincidía con el atribuido a Beck, pero éste en ese momento estaba en la cárcel.

Tras investigar al detenido, este resultó ser Wilhelm Meyer, nacido en Viena. Un estafador que había utilizado diversos seudónimos como William Thomas, William Wyatt, William Weius y, por supuesto, John Smith. Era el verdadero autor de los delitos atribuidos al pobre Adolf Beck desde un principio, como el propio Meyer terminó confesando. Al final, tal y como Sir Arthur Conan Doyle había defendido, se había tratado de un caso de identificación errónea.

Beck recibió el perdón real el 29 de julio de 1904 y una compensación de 2000 libras y su caso sirvió para establecer el Tribunal de Apelación Penal, hasta ese momento inexistente en Gran Bretaña.

El asesinato de Marion Gilchrist

Sin embargo, hubo otro en el que Conan Doyle se involucró más profundamente demostrando que no estaba tan lejano de su propio personaje Sherlock Holmes.

Marion Gilchrist era una mujer adinerada de 82 años que vivía en Glasgow, con su doncella, Helen Lambie, de 21 años. Alrededor de las 7 de la noche del 21 de diciembre de 1908, Lambie salió a comprar el periódico vespertino, como solía hacer a diario; cerró las dos cerraduras de puerta del apartamento con llave, así como la puerta del hall de salida.

Al poco rato, un vecino que vivía en el apartamento de debajo, oyó un fuerte golpe, por lo que subió por si su vecina necesitaba ayuda. Aunque llamó al timbre nadie le abrió por lo que bajo de nuevo a su casa, pero allí sus hermanas le insistieron en que volviera a subir. En esta ocasión coincidió con Helen Lambie, que volvía con el periódico, a la que contó lo que había ocurrido.

Ambos entraron a tiempo de ver a un hombre bien vestido que salía de la casa caminando con calma. Ambos asumieron que se trataba de algún invitado y no le dieron mayor importancia. Tras revisar la cocina y la habitación principal, Lambie dijo que todo estaba en orden.  Sin embargo, cuando Lambie fue al salón, descubrió el cuerpo de Marion Gilchrist en el piso, con una alfombra en la cabeza. Estaba viva pero inconsciente y murió a los pocos minutos. Había sido golpeada brutalmente y tenía la cara destrozada.

Cuando se registraron las pertenencias de la desafortunada mujer se descubrió que faltaba un broche de diamantes.

La policía, acuciada por la opinión pública que clamaba por un culpable para tan atroz crimen, encontró rápidamente el sospechoso ideal. Un judío de origen alemán llamado Oscar Slater, fue descubierto 5 días después, mientras intentaba vender un boleto de empeño por un broche de diamantes. Oscar Slater vivía cerca de la víctima y, además, había tomado un barco con destino a Nueva York y viajaba bajo un nombre falso, en lo que todo parecía apuntar como la huida de un asesino.

Al llegar a Nueva York, Slater fue sorprendido por las autoridades. Cuando se enteró de lo que ocurría, exigió permiso para regresar a Escocia a limpiar su nombre.

El juicio fue un mero trámite. Aunque se descubrieron claras inconsistencia como que el broche empeñado no era el robado, sino que pertenecía a Slater, que lo había empeñado varias semanas antes del asesinato. Incluso aparecieron testigos que podían confirmar que Slater estaba en otro lugar en el momento del asesinato.

Pero nada de todo esto sirvió ante el prejuicio institucional de la época capaz de aportar pruebas tan sólidas como la antropología criminal -método en boga en la época- que afirmaba que bastaba con observar los ojos furtivos, la forma de su boca y, particularmente, el tamaño de su nariz para saber que era capaz de hacer algo realmente malo. Además, Slater vivía con una prostituta y hablaba un pésimo inglés, así que estaba claro que tenía que tratarse sin duda alguna de un criminal.

Oscar Slater fue condenado a muerte el 27 de mayo de 1909.

Afortunadamente una parte de la sociedad inició una campaña en contra de la sentencia y el abogado de Slater, Ewing Speirs, logró reunir 20.000 firmas solicitando la conmutación de la pena de muerte a una vida tras las rejas por motivos de pruebas circunstanciales. Esta presión surtió efecto y, 48 horas antes de que se cumpliera su destino en el cadalso, su sentencia se redujo a cadena perpetua con trabajos forzados.

Sir Arthur Conan Doyle se vio rápidamente atraído por el caso, por lo que decidió aplicar, una vez más, el método Sherlock, investigando el caso en profundidad. Su esfuerzo dio fruto y fue capaz de hallar nuevas pruebas y testigos no llamados que cuestionaban claramente las pruebas de la acusación.

Doyle descubrió que si Slater viajó bajo un nombre falso no era porque huyese de la policía sino porque iba con su amante y trataba de evitar ser descubierto por su esposa. Además, demostró que, un martillo que poseía Slater y que se había presentado como el arma homicida, no era lo suficientemente grande y firme como para infligir el tipo de heridas que Gilchrist había sufrido. De hecho, Conan Doyle con la ayuda de un médico forense apuntó que la verdadera arma homicida usado por el criminal fue una silla grande y llena de sangre, que estaba en el lugar del crimen. También apuntó Doyle, que Gilchrist conocía a su asesino y le había abierto la puerta, pues no había señales de entrada a fuerza.

Sus hallazgos se publicaron como una súplica para el perdón de Slater en un panfleto titulado «El caso de Oscar Slater» en 1912. A pesar de la gran repercusión de su escrito, Arthur Conan Doyle no logró que se repitiera el juicio, debido a la cerrazón de las autoridades en Glasgow.

Hubo que esperar a 6 años después de la condena, cuando en 1914 se encontró un nuevo testigo que verificaba que Slater no había estado en ese apartamento cuando tuvo lugar el asesinato. Además, se descubrió que la doncella Helen Lambie, que se suponía que había identificado a Slater como el hombre que había visto el día del asesinato, en realidad le había dado a la policía otro nombre, que las autoridades habían decidido ignorar.

Ese año las autoridades ordenaron que se hiciera una investigación secreta. Un oficial de policía respetado, el teniente detective John Thompson Trench, reveló información ocultada en el caso policial original que implicaba a uno de los familiares de Gilchrist. Aun así, la investigación declaró nuevamente que la condena de Slater era justa y Trench fue despedido, desacreditado y finalmente incriminado por tomar parte en esta investigación. Afortunadamente, Trench guardó un documento del caso original que demostraba la veracidad de sus afirmaciones. Cuando murió en 1919, su viuda se lo envió a Sir Arthur Conan Doyle.

Ese documento, junto con un mensaje secreto del desesperado Slater sacado clandestinamente de la prisión, reavivó el interés de Conan Doyle que decidió volver una vez más al caso. Decidido a usar toda su influencia, el escritor no dudé en escribir a políticos e incluso utilizar su propio dinero para financiar los honorarios legales de la defensa de Oscar Slater.

18 años después de la condena, en 1927, se publicó un libro del periodista de Glasgow, William Park «La verdad sobre Oscar Slater», donde llegaba a las mismas conclusiones de Conan Doyle. Los medios estallaron de nuevo con el caso y se descubrió como la fiscalía había manipulado a los testigos para asegurar la condena Slater.

Finalmente, el 8 de noviembre de 1927, el secretario de Estado de Escocia autorizó la liberación de Oscar Slater, tras estar más de 18 años y medio en prisión. Se le compensó con 7000 dólares de la época, aunque nunca fue oficialmente exculpado.

Como anécdota, es curioso el dato de que Sir. Arthur Conan Doyle, al conseguir la salida de la cárcel de Slater, le reclamó los gastos de su defensa. Sin embargo, éste le respondió que no debería ser él quien pagara la defensa por un crimen que pagó, pero que no cometió.

De esta forma, Sir Arthur Conan Doyle demostró con este caso que sus dotes como detective estaban a la altura de su homólogo literario Sherlock Holmes, pero también que a veces lograr que se haga justicia puede salir muy caro.

Jack el Destripador

Obviamente, los crímenes más famosos de finales del siglo XIX fueron los de Jack el Destripador y Sir Arthur Conan Doyle no tuvo más remedio que implicarse en el caso.

He de confesaros aquí, pero que quede entre nosotros, que mi próximo libro que está ya calentando motores y verá la luz en enero, es precisamente una investigación sobre Jack el Destripador. Os dejo el enlace al primer video promocional del libro. Ya os daré más detalles en próximos video artículos, pero por ahora baste este apunte para que entendáis que este tema lo conozco en profundidad.

Sir Arthur Conan Doyle junto a sus colegas del Crime Club, siguió los pasos de Jack por las peores calles del East End y, en diciembre de 1892, visitó además las instalaciones del Black Museum de Scotland Yard. Entre sus aportaciones a la investigación destacan su sugerencia de que el asesino podía ser una mujer lo que explicaría así la facilidad para acercarse a sus víctimas y el hecho de que estas no hubieran sido agredidas sexualmente. De hecho, llegó a sugerir que se utilizasen policías vestidos de mujeres para intentar tender una trampa al asesino. También sugirió la utilización del análisis grafológico de las cartas atribuidas al criminal y su publicación para intentar que algún conocido reconociera la letra.

La realidad es que nunca se capturó a Jack el Destripador y que, desde entonces, las teorías sobre su identidad no han hecho más que multiplicarse. Y, entre todas estas teorías, destaca una realmente asombrosa. Y es que el grafólogo español Jesús Delgado, en su obra “Informe policial: La verdadera identidad de Jack el destripador” que el propio Sir Arthur Conan Doyle era el asesino escondido tras la máscara del Destripador.

Tan peregrina afirmación surge en base a un perfil criminal elaborado por Jesús Delgado y a las similitudes entre la letra de una de las cartas del asesino (la misiva encabezada por el famoso «desde el infierno, Mr. Lusk») y la del propio Conan Doyle. Además, hay que recordar que Sir Arthur Conan Doyle era médico de profesión, lo que justificaría los supuestos conocimientos anatómicos del Destripador.

Con todo mi respeto para esta obra, que os recomiendo, de mi propia investigación, que verá la luz muy pronto, se desprende una realidad tras los crímenes diametralmente opuesta a esta teoría. Pero eso ya es otra historia….

Sin embargo, lo interesante es que existe una acusación completamente distinta de la elaborada por Jesús Delgado, en la que Arthur Conan Doyle también es apuntado como un posible asesino.

¿Fue Arthur Conan Doyle un asesino?

Este nuevo misterio alrededor de Doyle surge tras la publicación en agosto de 1901 de una historia titulada «El sabueso de los Baskerville», que fue publicada por entregas en el The Strand Magazine a lo largo de ocho meses (hasta abril de 1902, año en el que apareció publicado en un libro de un solo volumen).

Esta novela acabó por convertirse en uno de los libros más importantes y vendidos de la historia de la literatura de ficción. El problema bien de que no fue una historia originalmente pensada y desarrollada por el propio Arthur Conan Doyle, sino que recibió ayuda externa de un joven periodista y escritor llamado Bertram Fletcher Robinson.

Doyle conoció a Fletcher en 1900 durante un viaje en barco desde Ciudad del Cabo (Sudáfrica) hasta Southampton (Reino Unido). Durante el viaje trabaron amistad y, unos meses después, a inicios de 1901, Bertram Fletcher volvió a contactar con Conan Doyle para hablarle de una historia en la que podría encajar perfectamente el personaje de Sherlock Holmes. Era un relato basado en una leyenda popular que, según decían, había tenido lugar en el condado de Devon y que tenía como protagonista a un fantasmagórico perro.

Doyle aceptó la sugerencia de Fletcher y «El sabueso de los Baskerville» fue publicado. De hecho, inicialmente Fletcher aparecía nombrado en los créditos del libro, aunque en posteriores ediciones su nombre desapareció. Fletcher colaboró con Doyle también como autor de la idea original tras el relato «El constructor de Norwood», publicado en 1903.

Pues bien, el 21 de enero de 1907, Bertram Fletcher falleció repentinamente a los 36 años de edad a consecuencia de una peritonitis. Y es aquí donde surge el misterio, ya que en 2007, cien años después, Rodger Garrick-Steele, un psicólogo jubilado que se había retirado a vivir a la casa donde residió Bertram Fletcher Robinson, presentó una serie de documentos en los que señalaba que Sir Arthur Conan Doyle estuvo detrás de aquella muerte.

Según el señor Garrick-Steele y su obra «La casa de los Baskerville», el creador de Sherlock Holmes habría mantenido una relación sentimental adúltera con Gladys Hill Morris, esposa de Bertram Fletcher Robinson y con la ayuda de esta se le suministró ‘láudano’ (compuesto químico de extracto de opio). Con la muerte de Fletcher, Conan Doyle se aseguraba que en un futuro este no haría pública su autoría sobre la novela «El sabueso de los Baskerville» y otras que habría escrito y que, en los siguientes años, se las atribuiría el célebre escritor británico.

Se llegó incluso a solicitar la exhumación de los restos de Bertram Fletcher Robinson, para realizar los correspondientes análisis en busca de la supuesta sustancia tóxica que acabó con su vida. Sin embargo, el tribunal eclesiástico que debía decidirlo se negó rotundamente, tachando la hipótesis de Garrick-Steele como una mera especulación sin fundamente alguno.

El misterio de los manuscritos originales de Conan Doyle

16 años después de la muerte de Sir Arthur Conan Doyle, aún surgiría un nuevo misterio a su alrededor, digno de una de sus novelas. En 1946, 79 originales del autor desaparecieron de la casa de Conan Doyle en Crowborough, sureste de Inglaterra. La investigación del extraño caso requirió la ayuda de Scotland Yard y del mismísimo FBI.

¿Fue aquella desaparición planeada por el mismo autor, o se trató de una venganza del mayordomo que él despidió por robar algunas de sus pertenencias? La suerte de los 79 originales que desaparecieron de la casa de Conan Doyle en Crowborough, sureste de Inglaterra, fue siempre un misterio para su familia, que solicitó en su momento la ayuda de la policía para localizar tan valiosa literatura.

Denis y Adrian Conan Doyle, hijos del escritor, acudieron a la policía tras descubrir que los manuscritos perdidos habían aparecido en Estados Unidos, en manos de un coleccionista privado, el doctor A. S. Rosenbach, de Nueva York.

Scotland Yard pidió la ayuda del entonces director del FBI, Edgar Hoover. Sin embargo, la investigación del FBI llegó a la conclusión de que Rosenbach había adquirido legalmente los textos en una subasta organizada por la casa Sotheby’s en Londres en 1931, por tan sólo 95 libras (unos 152 dólares). De hecho, según Sotheby’s, las obras llegaron a su poder porque el mismo Colan Doyle las envió por correo antes de su muerte, en 1930.

Sin embargo, los hijos del novelista escocés no aceptaron nunca las conclusiones de la investigación policial y, para ellos, el caso no quedó resuelto.

De hecho, existe otra pista que siguió la policía pero que jamás se pudo comprobar. Y es que, se barajó la posibilidad de que un mayordomo que tuvo Conan Doyle, Charles Roy Harris, hubiera sido el responsable de sustraer los originales. Se da la circunstancia de que Harris fue despedido en 1928 precisamente por robar pertenencias del escritor. El problema es que el mayordomo se fugó y nunca fue encontrado por la policía. En 1935, la orden de busca y captura contra él fue anulada dejando así sin conclusión el último misterio de Sir Arthur Conan Doyle.

Y hasta aquí los misterios de Sir Arthur Conan Doyle. Os dejos con el video de mi canal de youtube y volvemos la semana que viene con más y mejor. No olvidéis comentar, suscribiros y dad a la campanita para que os lleguen las notificaciones. Hasta la semana que viene.

Los misterios de Sir Arthur Conan Doyle
Los misterios de Sir Arthur Conan Doyle

Los misterios de Agatha Christie

Los misterios de Agatha Christie

Los misterios de Agatha Christie. Bienvenidos adictos a la literatura a una nueva entrega de Misterios de la Literatura. Esta semana os traigo un enigma real, que unió ficción y realidad, alrededor de la dama del misterio: Agatha Christie. Hoy vamos a hablar de la extraña desaparición de esta inolvidable escritora, que trajo de cabeza a la sociedad británica durante más de once días.  Y al final del video os hablaré de otro misterio mucho más desconocido de la escritora que seguro que no conocéis.

Debo confesaros que para mi Agatha Christie fue y sigue siendo una de mis autoras favoritas en el campo del thriller, donde la considero la gran maestra del siglo XX. Por eso sumergirme es su biografía y misterio me emociona esta semana especialmente.

Puede que los lectores más jóvenes penséis que no es una autora tan importante en la actualidad, ya que sus obras no son las más difundidas en los medios últimamente. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Para que os hagáis una idea de su enorme repercusión internacional basta saber que El Libro Guinness de los Récords calificó a Christie como la novelista que más obras ha vendido de todos los tiempos. Se le calculan unas ventas de dos mil millones de copias de sus obras, solo por detrás de las obras de William Shakespeare y la Biblia. También se la considera una de las autoras individuales más traducidas de todos los tiempos con traducciones al menos a 103 idiomas. Su obra El asesinato de Roger Ackroyd fue elegida, en 2013, como la mejor novela de crimen de todos los tiempos por 600 miembros de la Asociación de Escritores de Crimen. No es de extrañar que se concediese el título de Dama comendadora de la Orden del Imperio Británico por la reina Isabel II.

Pero ¿quién era realmente Agatha Christie y qué misterio envuelve su vida?

Agatha Mary Clarissa Miller (conocida universalmente por su pseudónimo Agatha Christie) nació el 15 de septiembre de 1890 en el seno de una familia de clase media alta en Torquay, Devon, al sudoeste de Inglaterra. Su madre fue Clara Boehmer, originaria de Belfast y su padre Frederick Alvah Miller, un agente de bolsa estadounidense bien posicionado. Tuvo dos hermanos, Margaret y Monty, bastante mayores que ella.

Agatha Christie tuvo una infancia feliz y acomodada. Recibía clases particulares en su propia casa y su familia incluso realizaba frecuentes viajes al sur de Europa en vacaciones. La pequeña Agatha demostró pronto sus excepcionales capacidades cuando fue capaz de aprender a leer a la edad de cuatro años a pesar de que su madre creía que no debía hacerlo hasta los ocho. También aprendió música siendo capaz de tocar la guitarra y la mandolina.

Sus primeros contactos con el mundo del misterio provienen de las creencias esotéricas de su propia familia. Aunque eran de tradición cristiana, esto no impedía que ella y sus hermanos se criasen en la creencia de su madre Clara era una psíquica con percepciones extrasensoriales.

Agatha fue desde pequeña una lectora voraz que consumía con rapidez libros infantiles de aventuras y misterio. Pronto pasó a leer también versos surrealistas de autores como Edward Lear y Lewis Carroll.

Su padre murió en noviembre de 1901 a la edad de 55 años, lo que puso en serio peligro la economía familiar. Aquello, como ella misma reconoció, marcó el final de la infancia de Agatha Christie. Con sólo once años comenzó a recibir una educación formal en la Escuela de Niñas de la Señorita Guyer en Torquay, siendo trasladada en 1905, a París, donde estudió en tres insituciones; Mademoiselle Cabernet, Les Marroniers y la de la señorita Dryden.

En esta época estudió piano y canto con la intención de convertirse en cantante profesional. Desafortunadamente para ella y afortunadamente para nosotros, ya que ganamos una gran escritora, esta vocación demostró tener poco recorrido y en 1910, tras descubrir que su madre estaba enferma, se trasladó junto a ella a El Cairo, en busca de un clima benigno. Fue allí, durante los tres meses en que se alojó en el Gezirah Palace Hotel, donde visitó monumentos egipcios antiguos como la Gran Pirámide de Giza, plantándose la semilla de su amor por la arqueología que marcaría posteriormente toda su obra.

Tras su regreso a Gran Bretaña se despertaría de forma definitiva su vocación literaria comenzando a escribir sus primeras obras. Al principio eran cuentos e historias cortas con tintes esotéricos que tuvieron poca o nula repercusión. De hecho, tuvo tantos problemas para publicar que en un principio pensó que la escritura no sería su futuro profesional.

En 1914 se casó con el piloto de aviación Archibald Christie (del que tomaría el apellido para su famoso pseudónimo). Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial ambos colaboraron en la guerra, Archibald como piloto en Francia, y Agatha atendiendo a heridos como voluntaria en el hospital de Torquay. En su desempeño como enfermera, profesión a la que definió como “uno de los trabajos más gratificantes que cualquiera pueda tener”, adquirió importantes conocimientos en medicina y farmacología que utilizaría posteriormente en sus obras.

Tras el final de la guerra los Christie se instalaron en un departamento en el número 5 de Northwick Terrace al noroeste de Londres. Allí Agatha Christie se aficionó a los relatos detectivescos, especialmente después de leer La dama de blanco y La piedra lunar de Wilkie Collins, así como las primeras historias de Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle. Tras esto, crearía su inolvidable personaje detective Hércules Poirot, en su primera novela policíaca, El misterioso caso de Styles. Lo describía como un exoficial de la policía belga que se había refugiado en Gran Bretaña después de la invasión alemana en Bélgica, conocido por sus «magníficos bigotes» y su cabeza en forma de huevo.

Aunque en un principio no tuvo una gran acogida, lo cierto es que con el tiempo se convertiría en uno de los personajes más inolvidables de la literatura de todos los tiempos.

En 1926 con Agatha Christie en la cima de su carrera se produjo el episodio más extraño de su carrera, del que hablaremos hoy en profundidad. Tras una discusión con su marido, en la que éste le confesó su infidelidad con otra mujer, Nancy Neele, por la que le solicitaba el divorcio, Agatha Christie protagonizó una de las desapariciones más extrañas de la historia. ¿Qué ocurrió realmente? Te lo contaré al final del artículo así que paciencia.

Los Christie se divorciaron en 1928, Archie se casó al poco tiempo con Nancy Neele y Agatha recibió la custodia de su hija Rosalind.

En 1930 Agatha Christie, tras un breve noviazgo, se casó con con el arqueólogo Max Mallowan, a quien acompañó en todos sus viajes a Irak y Siria, aficionándose con el de forma definitiva a la arqueología. Sus múltiples viajes con Mallowan tuvieron una importante influencia sobre varias de sus novelas ambientadas en el Medio Oriente. También daría lugar en esta época a otros de sus grandes personajes, la inolvidable Miss Marple, una solterona chismosa que extrae de lo observado en su pueblo natal.

Lamentablemente, Agatha Chritie tuvo que vivir también, junto a su nuevo marido, la Segunda Guerra Mundial. Como hiciese en la anterior, volvió a colaborar, trabajando en El Cairo, Christie, en la farmacia del University College de Londres, donde adquirió aún más conocimientos sobre los venenos, que le sirvieron de nuevo para sus siguientes novelas.

Tras la guerra, Agatha se volcó en su actividad como autora teatral, con obras como La ratonera o Testigo de cargo. La primera, estrenada en 1952, se representó en Londres ininterrumpidamente durante más de veinticinco años; la segunda fue llevada al cine en 1957 en una magnífica versión dirigida por Billy Wilder.

A partir de los años 70, la salud de Agatha Christie se deterioró considerablemente, aunque continuó trabajando. Algunos investigadores canadienses manifestaron su opinión de que Christie pudo haber padecido mal de Alzheimer o demencia senil en sus últimos años. Falleció de causas naturales el 12 de enero de 1976 a los 85 años, en su residencia Winterbrook House de Wallingford, Oxfordshire. Como una curiosa casualidad, de esas que no dejan de ser realmente extrañas, se da la circunstancia de que la única hija de Christie, Rosalind Margaret Hicks, murió el 28 de octubre de 2004 a la misma edad y de las mismas causas que su madre.

Y ahora sí, llega el momento de abordar el misterio de la desaparición de Agatha Christie cuando en 1926, Agatha Christie desapareció de su casa durante 11 días, provocando una conmoción total en el Reino Unido y una de las búsquedas de desaparecidos más grandes que había visto jamás aquel país.

Todo sucedió el 3 de diciembre de 1926. Tras discutir con su marido en aquel momento, Archibald Christie, a eso de las 21:45, Agatha salió de su casa de Berkshire a bordo de su coche, un Morris Crowley, después de indicarle a su secretaria que se dirigía a Yorkshire a pasar la noche. Unas horas más tarde su vehículo apareció abandonado en Newlands Corner, muy cerca de un lago, con restos de sangre en su interior, el abrigo y el carnet de conducir de la escritora. Sin embargo, no había el menor rastro de ella.

La noticia llegó inmediatamente a los periódicos, donde sus seguidores comenzaron a bombardear las redacciones con cientos de cartas exigiendo saber su paradero. Se llegó incluso a ofrecer 100 libras (en la época una fortuna) por cualquier información sobre su paradero. Incluso, el ministro de Interior británico llegó a presionar a Scotland Yard para que intensificase la búsqueda, debido a la presión pública.

Durante 11 días se llevó a cabo una operación policial sin precedentes en Gran Bretaña. Mil agentes de policía, más de 15.000 voluntarios organizados, varios aviones y una cantidad indeterminada de espontáneos se sumaron a la búsqueda infructuosa de Agatha Christie. Sin embargo, la búsqueda no dio ningún resultado. El propio Sir Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes, aficionado a la parapsicología, usó un guante de Agatha Christie para entregárselo a una medium en busca de alguna pista. Sin embargo, nada dio resultado, Agatha Christie se había esfumado sin dejar rastro alguno.

La sorpresa surgió el 14 de diciembre de 1926 cuando una paciente registrada como Nancy Neele, del Swan Hydropathic Hotel en Harrogate, relativamente cerca del lugar en el que había dejado el coche Agatha Christie, fue identificada como la escritora. Sin embargo, ésta no sabía quién era ni por qué estaba allí y tampoco fue capaz de reconocer a su marido cuando este llegó a su encuentro. Tras varias semanas de tratamiento, Agatha Christie recuperó la memoria, aunque nunca pudo explicar qué había ocurrido en aquello misteriosos 11 días.

Una primera explicación fue que había sufrido lo que llaman un episodio de fuga psicogénica, una especie de crisis nerviosa, ocasionada por su propensión a la depresión agravada por la muerte de su madre a principios de año y las infidelidades de su marido. De acuerdo a esta hipótesis, Agatha Christie podría haber estado tan desorientada que incluso habría sido incapaz de reconocerse a sí misma en los periódicos. Esta explicación no convenció mucho a la opinión pública de la época que lo achacó todo a un truco publicitario de la escritora. Aunque realmente, esto parece bastante absurdo ya que, si algo no necesitaba Agatha Christie, debido a su fama, era publicidad. De hecho, lo ocurrido no fue precisamente positivo para su carrera.

Sin embargo, no hace mucho surgió una nueva teoría de uno de los biógrafos más conocidos de la escritora, Andrew Wilson.

Según éste, Agatha Christie estaba deprimida tras descubrir la infidelidad de su marido y que éste pretendía divorciarse. De hecho, su marido pretendía irse el mismo fin de semana de su desaparición con Nancy Neele, su amante. Esto llevó a Agatha Christie a tomar la decisión de suicidarse. De acuerdo a la versión de Wilson, subida en su Morris Crowley comenzó a recorrer carreteras rurales inglesas sin un rumbo correcto, hasta que vio un árbol que le parecía adecuado para sus fines. Con un escalofrió de determinación, apretó el acelerador y sujetó con fuerza el volante, dispuesta a estrellarse y acabar con su vida… pero en el último segundo se arrepintió. El Morris se salió de la calzada con un zigzagueo, apenas rozando el árbol lo suficiente como para dejar unas marcas en la carrocería, hasta detenerse en la zanja donde más tarde apareció.

Agatha Christie resultó magullada, aunque no herida de gravedad. Desorientada y confusa sin saber qué hacer, debió caminar durante horas en medio de la noche helada, hasta tomar la decisión de desaparecer por un tiempo hasta que se aclarasen sus ideas. En una muestra de ironía decidió inscribirse en el hotel donde fue encontrada como Nancy Neele, precisamente el nombre de la amante de su marido.

Tras 11 días escondida del huracán mediático, uno de los empleados la reconoció y avisó a la policía. Agatha Christie inventó entonces su supuesta amnesia ante la incómoda situación, para no tener que confesar sus problemas conyugales.

Existe, no obstante, otra teoría, que choca con la de Wilson, y que parece más cercana a una de las novelas de la propia autora. En esta ocasión el motivo detrás de la desaparición de la autora sería conseguir que su marido fuese acusado de asesinato. De esta manera Agatha Christie impedía que el futuro matrimonio de su marido con Nancy Neele pusiese en peligro, no sólo su fortuna personal, sino la custodia de su propia hija. También se suele añade al cocktail el problema que suponía la gestión de los derechos de autor que en ese momento ya generaba la marca Agatha Christie, y que le corresponderían a él como administrador legal de la menor en caso de que la escritora desapareciera. Una teoría un tanto rebuscada pero que la verdad es que sería un excelente guion para una de las novelas de la autora.

Y, como os prometí al inicio del este video artículo, como colofón os traigo un nuevo misterio de Agatha Christie que seguro os asombra ¿sabías que la escritora fue investigada por el MI5 por miedo a que revelases secretos de estado?

Pues sí, el problema fue debido a una novela titulada “N o M”. En ella, el dúo de detectives Tommy y Tuppence, el matrimonio Thomas y Prudence Beresford, se dedicaban a rastrear a espías alemanes en Gran Bretaña. El problema es que en la historia estos detectives conocían a un tal Mayor Bletchley, un viejo oficial del Ejército indio que quería saber todo lo que realmente estaba sucediendo en la guerra.

Lo que preocupó al servicio secreto ingles fue que precisamente un equipo de trabajo en Bletchley Park había quebrado el código alemán de la máquina Enigma y gracias a eso los oficiales británicos sabían lo que planeaban los alemanes.  A esto se sumaba que Agatha Christie era amiga cercana de Alfred Dilwyn “Dilly” Knox, un experto británico en ruptura de códigos.

La conclusión parecía clara Agatha Christie podía estar al tanto del secreto mejor guardado de la Segunda Guerra Mundial. Un secreto que era vital que no saliese a la luz para que los alemanes siguieran creyendo que el código Enigma era totalmente irrompible.

Aunque Knox aseguró al MI5 tras ser interrogado que no había revelado nada a la escritora, éste fue presionado para que la interrogara en secreto. Para conseguirlo la invitó a su cabaña en Courn’s Wood, evitando que la propia Agatha Christie o la opinión pública pudiese montar un escándalo al enterarse de que la policía sospechaba de ella.

Fingiendo una conversación trivial mientras tomaban el té, Knox le preguntó por qué había elegido nombrar al personaje de su novela con el nombre de Mayor Bletchley. Ella respondió: «¿Bletchley? Querido, un día quedé atrapada en ese lugar mientras viajaba en tren desde Oxford a Londres y se me ocurrió ponerle ese nombre a uno de mis personajes».

Al parecer todo se había debido a una de esas extrañas casualidades que suelen perseguir a los escritores.

Y hanta aquí el misterio literario de esta semana. Como siempre os digo comentad y participad aquí o siguiéndome en mis redes sociales. Y, ya sabéis suscribiros y dad a la campanita para que os lleguen las notificaciones. Os dejo con el correspondiente video artículo en el canal de youtube.

10 libros malditos que no deberías leer

10 libros malditos que no deberías leer
10 libros malditos que no deberías leer

10 libros malditos que no deberías leer y que harán que entiendas realmente el auténtico poder de la literatura. Esta semana, en Misterios de la Literatura , os traigo una recopilación de los libros más peligrosos de la historia. Algunos de ellos sumidos en la mitología, pero otros muy reales y mortales como veremos a continuación.

No os los perdáis, pero tampoco corráis a buscarlos a ninguna librería….

1. El Libro de Thot

Tenía que empezar por este libro irremediablemente. Espero que me perdonéis, pero no puedo evitar sentir debilidad por esta misteriosa obra. Lo cierto es que le debo mucho, ya que tuve la oportunidad de estudiarla en profundidad para la realización de una de mis novelas titulada precisamente “El libro de Toth”.

Lejos de lo que podáis pensar no es un libro ficticio, sino de un texto muy real del Antiguo Egipto, que se nombra en diversas tradiciones y cuyo autor es el dios Thot, considerado el señor de la sabiduría y del conocimiento y el Dios que enseño la escritura a los hombres.

La primera referencia al texto aparece en el Papiro de Turis, publicado en París a finales del siglo XVIII, donde se describe el intento de asesinato de un faraón a través de la invocación de fórmulas mágicas extraídas del misterioso Libro de Thot.

Posteriormente, a disposición de Kaumás, hijo de Ramsés II. Se consideraba que este libro enseñaba a descifrar y dominar los secretos de la tierra, el mar, el aire y los cuerpos celestes. Asimismo, confería la facultad de asimilar el idioma de los animales; devolver la vida a los muertos y obrar sobre mentes distantes y cercanas.

Posteriormente, la figura del dios Thot pasaría a dar lugar al dios Hermes griego y sus enseñanzas evolucionarían hasta convertirse en la base que daría lugar al hermetismo. En este sentido no se puede descartar la relación del Libro de Toth con otra obra misteriosa de la literatura “La tabla esmeralda” de Hermes Trimegisto, un tratado alquímico que supuestamente permite revelar el secreto de la sustancia primordial y sus transmutaciones.

Curiosamente también se ha atribuido al libo de Thot el origen del Tarot moderno.

2. El libro de Dzyan

Cuando os hablaba de Lovecraft, ya os nombraba esta obra como una de sus fuentes fundamentales, de hecho, hace referencias claras en “El morador de las tinieblas”. También la utilizaron, posteriormente, otros escritores que se han adentrado en los Mitos de Cthulhu.

Está considerado el libro más antiguo del mundo y es un supuesto texto de origen tibetano. Sus autores habrían vivido en la tierra hace millones y millones de años. Se dice que contiene «Las Estancias de Dzyan», que sirvió de base para «La doctrina secreta», una de las obras fundacionales del movimiento teosófico de la escritora Helena Petrovna Blavatsky.

Blavatsky afirmaba haber visto un manuscrito del Libro de Dzyan, mientras estudiaba la tradición esotérica en el Tíbet. Ella afirmó que este y otros manuscritos antiguos estaban a salvo de los ojos profanos por los iniciados de una Fraternidad Oculta. También decía que el libro se encuentra en la Gran Biblioteca Universal, la cual se encuentra a más de 250 metros de profundidad en el Himalaya, siendo propiedad del Rey del Mundo, nadie puede tener acceso a este libro.

Toda una suerte que ella si pudiese acceder a él. Lo cierto es que, a diferencia del Libro de Thot, la existencia real del libro de Dzyan no es ni muchísimo menso algo que pueda constatarse, más bien parece que se trata de una mera obra mitológica salida de la imaginación desbordada de Blavatsky.

3. El Necronomicón

Del Necronomicón ya hablamos en el artículo “Misterios de Lovecraft” (leed el artículo no seáis vagos). Como allí os explicaba, se trata de una obra ficticia nacida de la imaginación bien documentada de H. P. Lovecraft. Esto, sin embargo, no quita un ápice de mérito al hecho de que Lovecraft lo crease con tal realismo que ha hecho y sigue haciendo que muchas personas duden de su autenticidad.

4. Excalibur

L. Ron Hubbard, fue un escritor estadounidense de libros de ciencia ficción y fantasía y el fundador de la Iglesia de la Cienciología. Pues bien, a mediados de 1938, después de una experiencia cercana a la muerte que duró más de 8 minutos, escribió supuestamente su obra “Excalibur”, basándose en su experiencia. Y digo supuestamente porque jamás se publicó y, según el propio autor, sólo se hicieron algunas copias que éste regaló a sus amigos.

Supuestamente, la obra respondía todas las grandes cuestiones de la humanidad y podía revolucionar el mundo más aún que la propia Biblia. La única pega es que quien leía la obra se volvía irremediablemente loco o cometía suicidio, motivo por el que los afortunados amigos de Hubbard que recibieron su obra terminaros sus días internados en psiquiátricos.

Obviamente, el manuscrito se convirtió posteriormente en parte de la mitología de la Cienciología. De hecho, una de las primeras publicaciones de la Cienciología, realizadas hacia 1950, ofreció copias firmadas «encuadernadas en oro y con cerradura» por 1000 dólares (de la época). Tras explicar su peligrosidad, el autor advertía que el libro era «lanzado solo con una declaración jurada para no permitir que otros lectores lo lean. Contiene datos que no se divulgarán durante la estancia del Sr. Hubbard en la tierra.»

A mi me parece una excelente campaña de marketing, cuyo único peligro radicaba en el bolsillo de los incautos que lo compraron ¿vosotros qué opináis?

5. Manuscrito Voynich

Este libro es famoso por estar escrito en una lengua aún desconocida, que desde hace más de un siglo está volviendo loco a historiadores, lingüistas, matemáticos, ingenieros e incluso de astrónomos y botánicos. La Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA) intentó descifrar su contenido durante tres décadas y tampoco lo consiguió.

El Manuscrito Voynich es un libro ilustrado con extrañas imágenes tan indescifrables como el texto que las acompaña.  Algunos han llegado a afirmar que no es más que una falsificación antigua y que el texto es un galimatías sin sentido. Sin embargo, el texto cumple la llamada a ley de Zipf, que establece que en todas las lenguas humanas la palabra más frecuente en una gran cantidad de texto aparece el doble de veces que la segunda más frecuente, el triple que la tercera más frecuente, el cuádruple que la cuarta y así sucesivamente. Esto hace pensar que se trata de un lenguaje real y descarta casi completamente que se trate de texto generado al azar.

En 2009 se confirmó gracias a pruebas del carbono 14, el pergamino en el cual está escrito fue fabricado entre 1404 y 1438. Por otra parte, el McCrone Research Institute de Chicago demostró que la tinta fue aplicada no mucho después, confirmando que el manuscrito es un auténtico documento medieval.

De hecho, se atribuye a los primeros propietarios reales del manuscrito la creencia de que su autor fue Roger Bacon (1214-1294), aunque no se ha podido demostrar que esto sea real.

La última teoría que parece ganar fuerza proviene del doctor Gerard Cheshire de la Universidad de Bristol en el Reino Unido que dice haber traducido parte del manuscrito que estaría escrito en proto-romance, el precursor de lenguas usadas hoy en día, como el italiano, el francés, el rumano, el catalán, el gallego, y por supuesto, el español. Incluso se apunta que podría tratarse de una recopilación creada por monjas dominicas para la reina María de Castilla de la corona de Aragón. ¿Misterio resuelto?

6. Codex Gigas, Códice del Diablo o Códice de Satanás

Este antiguo manuscrito medieval se escribió a principios del siglo XII, supuestamente por “Herman, el monje recluso” en el monasterio de Podlažice, república Checa. En su época se le consideraba la octava maravilla del mundo por su colosal tamaño (92 × 50,5 × 22 cm, 624 páginas y 75 kilos de peso).

Es el manuscrito medieval más grande conocido y su contenido es bastante variado y enigmático; una versión de la Biblia, curas medicinales, encantamientos, un calendario, fragmentos de la historia judía e incluso una lista de personas fallecidas.

Existe una terrorífica leyenda sobre sus sus orígenes. Se cuenta que un monje benedictino, condenado a muerte, una noche antes de su sentencia le propuso a sus verdugos crear un libro extenso y glorioso que contuviera la Biblia y todo el conocimiento del mundo, que sirviera así para honrar al monasterio. Prometió, además, culminarlo en una sola noche, para lo cual el monje pidió ayuda al mismísimo Satanás y vendió su alma. El Codex Gigas sería la prueba de que Satanás cumplió su palabra.

Fuera como fuera, se cuenta que, a lo largo de los siglos, el Codex, fue portador de una supuesta maldición que lo llevó a cambiar de «residencia» durante mucho tiempo hasta ser recogido por los invasores al gobierno de Rodolfo II, invasores que provenían de Suecia, y que entregaron el presente a su reina Cristina.

7. El grimorio del Papa Honorio

Su título original es El Gran Grimorio aunque también se le conoce como Evangelio de Satanás (parece que Satanás es todo un escritor). Se trata de uno de los textos más misteriosos y aterradores que existen y se encuentra a buen recaudo en los Archivos Secretos del Vaticano.

Fue descubierto en la tumba del rey Salomón en Jerusalén en 1750 aproximadamente, aunque probablemente fue escrito anteriormente. Su autoría se atribuye a Honorio de Tebas (el papa Honorio III para diversos expertos en ocultismo), y la leyenda cuenta que lo hizo cuando fue poseído por el propio Satanás. Algo que lógicamente la Iglesia desmiente rotundamente.

Uno de los elementos más extraños de este libro, es que utiliza conocimientos muy profundos del cristianismo y los transforma para todo tipo de tradiciones satánicas, de ahí que se creyera que solo un Papa podía tener los conocimientos necesarios para escribirlo.

Gracias a él, se dice que se puede invocar a Satanás en persona y a su Ministro Lucifago Rofocale a través de una Varita Destructora o férula fulminante, instrumento con el que se somete a esta deidad para hacer un trato con ella. El Gran Grimorio contiene a detalle todo lo necesario para hacer conjuros, maldiciones, sanaciones o castigos gracias a la intervención de seres sobrenaturales. Vamos una excelente lectura para la mesilla de noche

8. La clavícula de Salomón

La Clave de Salomón (Pequeña llave de Salomón) es un grimorio atribuido supuestamente al Rey Salomón. Probablemente se remonta al siglo XIV o XV del Renacimiento italiano. Se dice de él que es uno de los grimorios más poderosos de la magia y que hasta la Iglesia católica lo usa para alejar el mal.

El Rey Salomón era un gran conocedor de la magia y del mundo espiritual. En el Antiguo Testamento se cuenta que el mismísimo Arcángel Miguel le habría dado un anillo que le otorgaba el poder de controlar a los demonios. Incluso se narra que e Rey Salomón logró dominar y encerrar a 72 demonios en una vasija de bronce, que selló con símbolos de protección que les prohibía escaparse y atacar a la humanidad.

Por todo esto, “La clavícula de Salomón” sería el grimorio donde el rey guardó todos sus conocimientos arcanos, convirtiéndola en una obra de gran poder espiritual y mágico.

9. Malleus Maleficarum (Martillo de las brujas)

Se trata de un tratado sobre la caza de brujas, publicado en Alemania en 1487 y escrito y compilado por dos monjes dominicos alemanes; Heinrich Kramer y Jacob Sprenger.

Tuvo docenas de ediciones y se difundió ampliamente por toda Europa. Su contenido incitó, en gran medida, el pánico por las brujas y la persecución de las mismas en el Renacimiento. De hecho, la inquisición lo usó como recurso fundamental para argumentar el combate contra la brujería durante tres siglos.

El libro está dividido en tres secciones, cada una de las cuales plantea preguntas específicas y se propone responderlas a través de argumentos contrarios. La Parte I buscaba probar que la brujería o hechicería existe. La Parte II describe las formas de brujería y La Parte III detalla los métodos para detectar, enjuiciar y sentenciar o destruir brujas.

Si medimos la peligrosidad de un libro por el daño causado a los seres humanos por él, desde luego El martillo de las brujas es, sin duda, uno de los libros más peligrosos de la historia, junto con el que viene a continuación y que he dejado para el final por ser probablemente el peor de todos.

10. Los protocolos de los sabios de Sion

Es un libelo antisemita publicado por primera vez en 1902 cuyo objetivo era justificar ideológicamente los linchamientos que sufrían los judíos en la Rusia zarista.

El texto es directamente una falsificación en la que se transcriben unas supuestas reuniones de los «sabios de Sion», en la que estos detallan los planes de una conspiración judeo-masónica, que consistía en el control de la masonería y de los movimientos comunistas, en todas las naciones de la Tierra, y tendría como fin último hacerse con el poder mundial.

En 1921 el diario británico The Times descubrió que se trataba de un torpe plagio de la obra Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu, o la política de Maquiavelo en el siglo XIX, de Maurice Joly, en la que se inventaba un complot de Napoleón III para dominar el mundo.

A pesar de esto, el que se tratase de una burda mentira no impidió que la obra se difundiese como la pólvora por Europa. Durante los primeros quince años tras su publicación, tuvo escasa influencia, pero, a partir de 1917, se vendieron millones de ejemplares en más de veinte idiomas.

Los Protocolos pasaron así a ser una parte fundamental de la propaganda nazi, convirtiéndose en lectura obligatoria para los estudiantes alemanes. Sirvieron así de base para justificar el Holocausto o la destrucción del pueblo judío.

Sin duda, desde mi punto de vista, Los protocolos de los sabios, de Sion merecen ampliamente ser considerados el libro mas peligroso de la historia, no sólo por el terrible dolor y destrucción al que contribuyó su difusión, sino porque aún lo sigue haciendo hoy en día. Aunque parezca increíble aún hoy, esta obra resurge periódicamente sobre todo entre movimientos de extrema derecha y las redes islamistas.

Esto nos debería hacer reflexionar, ahora que nos vemos inmersos en un mar de fake news y grupos negacionistas en los medios de comunicación, sobre el daño que puede hacer la mentira y su distribución propagandística descontrolada por el mundo.

Espero que os haya gustado el artículo y os dejo, como siempre con el correspondiente video artículo en el canal de youtube. Dejadme en comentarios vuestras opiniones, suscribiros aquí y al canal, dando a la campanita, y hasta la semana que viene.

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10 libros malditos que no deberías leer

Los misterios de Lovecraft

Los misterios de Lovecraft
Los misterios de Lovecraft

Los misterios de Lovecraft son los protagonistas de esta semana. Después de ver los misterios de Edgar Allan Poe, no podía faltar en nuestra selección de Misterios de la Literatura, un video artículo dedicado al otro escrito del terror contemporáneo: Howard Phillips Lovecraft.

Hoy vamos a intentar descubrir los códigos ocultos, que parecen esconder sus obras, así como los rincones más ocultos de su biografía. Algo que ningún adicto a la literatura puede perderse. Lo primero, por supuesto, es dar un somero repaso a la vida de este genial escritor para comprender mejor así su increíble legado literario.

Howard Phillip Lovecraft nació el 20 de agosto de 1890 en el número 194 (hoy 454) de Angell Street, en Providence, capital de Rhode Island. Sus padres eran Winfield Scott Lovecraft, que se dedicaba a la venta de plata, metales preciosos y joyería, y de Sarah Susan Phillips, la segunda de los cuatro hijos de Whipple Van Buren Phillips y Rhoby Alzada Place, una familia distinguida de la que se decía que sus ancestros se remontaban al Mayflower.

Lovecraft, tuvo pues una infancia acomodada y conservadora, donde se le inculcó desde pequeño un concepto elitista de la lucha de clases. Otro hecho que marcaría profundamente su personalidad sería la larga enfermedad mental de su padre, que estuvo ingresado durante cinco años en el Hospital psiquiátrico de Providence, hasta su muerte, cuando Lovecraft solo tenía 8 años. Esto hizo que su madre se volviese sobreprotectora, llegando a impedirle jugar con otros niños, que consideraba inferiores, insistiéndole en que era feo y que nunca llegaría a triunfar. No es de extrañar el joven Lovecraft se viera acosado por miedos e inseguridades que, desde ese momento, le acompañarían durante toda su vida.

A pesar de todo, o quizá precisamente porque se vio empujado por su vida solitaria y retraída, Lovecraft fue un niño prodigio. Era capaz de recitar poesía a los dos años, leía a los tres y empezó a escribir a los seis o siete años de edad, algo que ya no abandonaría jamás. Uno de los géneros que más le apasionaba era el de las novelas policíacas, por lo que, demostrando su ingenio e imaginación desbordada, llegó a crear su propia «Agencia de detectives de Providence» a la edad de trece años.

Sus primeros escarceos con la escritura profesional empezaron a los dieciséis años, cuando empezó a encargarse de una columna de astronomía para el «Providence Tribune». Sin embargo, no tardaría en descubrir que, ganarse la vida con la literatura, era una tarea mucho más complicada de lo esperado. De hecho, durante gran parte de su vida tuvo que dedicarse, en gran medida, a retocar escritos de otros autores, menos dotados para la escritura que él.

Tras la muerte de su madre en 1921, víctima de un postoperatorio deficiente por una intervención de vesícula biliar, Lovecraft sufrió una terrible conmoción. Habiendo dependido toda su vida de su progenitora, tras su fallecimiento, cuando contaba 31 años, vio como desaparecía lo poco que quedaba de su fortuna familiar. Aquello le obligó a ganarse la vida por sí mismo, trabajando como corrector de estilo para otros autores. Gracias a este tipo de trabajos, conoció a muchos de los que después formarían el famoso «Círculo de Lovecraft», entre ellos Robert E. Howard, Clark Ashton Smith, Robert Bloch, Frank Belknap Long, August Derleth y otros más. En futuros artículos hablaremos más en profundidad de este círculo de escritores que plantó las bases del terror y fantasía modernas.

A los dos meses de la muerte de su madre, Lovecraft conoció a Sonia H. Greene en una convención de escritores aficionados en Boston. Sonia era viuda y siete años mayor que él, además de propietaria de una tienda de sombreros y escritora aficionada. Ambos se enamoraron, casándose tres años después en 1924. Sin embargo, las dificultades económicas y los problemas de salud de la mujer, hicieron que se separasen, precipitando el fin de la pareja solo dos años después.

Obligado por sus pocos ingresos como escritor, Lovecraft terminó por volver a Providence para vivir junto a sus tías en 1927. Sus últimos años estuvieron marcados por la falta de recursos económicos, la depresión y la vida solitaria. Sus relatos, se volvieron cada vez más largos, oscuros y enrevesados, haciéndose cada vez más complicados de vender. Sin embargo, Lovecraft se negó obstinadamente a rendirse a los gustos del gran público, como demandaban las editoriales. En sus propias palabras: “Un caballero no intenta darse a conocer, lo deja para los egoístas arribistas y mezquinos”.

Esta actitud orgullosa y purista le hizo concebir los que fueron, quizá, sus mejores relatos. Historias que, con el tiempo, cautivarían la imaginación del gran público y que crearían toda una escuela de seguidores e imitadores que dura hasta hoy en día.

Lamentablemente H. P. Lovecraft nunca vivió su propio éxito. De naturaleza enfermiza, murió en Providence a primeras horas de la mañana del 15 de marzo de 1937 con tan sólo 47 años de edad, de un cáncer intestinal complicado con una grave insuficiencia renal. Fue enterrado en el panteón de su abuelo Phillips en el cementerio de Swan Point. Aunque su nombre estaba inscrito en la columna central, ninguna lápida señalaba su tumba. Al igual que ocurriese con Edgar Allan Poe, tuvo que ser muchos años después de su muerte, cuando un grupo de aficionado erigiese una lápida, en la que puede leerse una línea tomada de una de sus miles de cartas:

«Yo soy Providence»

A la hora de abordar los misterios de Lovecraft, lo más interesantes es que muchos autores piensan que en realidad fue un ocultista, que de alguna manera tenía acceso a conocimientos ocultos pero reales que reflejaba en sus obras disfrazándolos de ficción. Pero ¿tiene esto algún fundamento real o es pura fantasía de lectores fascinados con este imaginativo escritor?

Para averiguarlo. Lo mejor es sumergirnos en los elementos más misteriosos y sugerentes de sus obras.

1. El Necronomicón:

Considerado como uno de los libros más misteriosos de la literatura, es mencionado por primera vez en la obra de Lovecraft “La ciudad sin nombre”. Lovecraft escribió una breve nota en 1927 sobre la autoría del Necronomicón, describiéndolo como un grimorio escrito por el árabe “Abdul Alhazred” un personaje creado por Lovecraft que hace alusión a un apodo que él mismo tenía (“All has Read”: El que ha leído todo).

En cuanto a su nombre, “Necronomicón”, Lovecraft dice haberlo concebido en sueños, empleando el griego antiguo de la palabra «astronómico» (referente a la ley o a la ordenación de los astros) y el griego «nekrós» (muerto) uniendo a esto el sufijo «ikon», que se traduce como “imagen”, dando así origen a la “Imagen de las Leyes de los muertos”.

Según el autor se trata de un libro de secretos y rituales mágicos que provoca la locura y/o la muerte de aquel que se atreva a leer sus pasajes. Además, contiene técnicas y métodos para contactar a seres sobrenaturales denominados “Los antiguos” quienes, al ser despertados, dominarían el mundo nuevamente.

El misterio surge cuando diferentes autores del “Círuclo de Lovecraft” comienzan a utilizar también este libro y comienzan a insinuar que lejos de ser una invención, es completamente real. El propio Lovecraft llegó a afirmar que existían cuatros copias de él, resguardadas en diversos sitios del mundo como la Universidad de Buenos Aires, la Biblioteca Nacional de París, la Biblioteca de Widener en Harvard y la Universidad de Miskatonic en la ciudad de Arkham, ésta última perteneciente a una invención del mismo Lovecraft.

Se da la curiosa circunstancias de que en estas universidades han aparecido fichas muy detalladas del mismo (que figura como no disponible). Son obra de bromistas, entre los que se dice que se encuentra el mismísimo Jorge Luis Borges, que creó una ficha del Necronomicón en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.

Muchas personas se han dedicado a engordar el mito de este misterioso grimorio, llegándose a decir, por ejemplo, que está encuadernado en piel humana, aunque Lovecraft nunca llegó a describir su apariencia. Hasta se han llegado a subastar copias supuestamente confeccionadas en el Siglo XVII que no eran más que estafas para incautos.

Lo cierto es que el Necronomicón nunca existió, sino que fue completamente inventado por Lovecraft, pero lo hizo con tal maestría que aún hoy seguimos dudando si de alguna manera puede ser real.

2. Lovecraft y la teosofía

Se ha llegado a afirmar que Lovecraft fue un consumado ocultista, seguidor de la teosofía, cuyos postulados utiliza en muchas de sus obras.

La teosofía es una religión formada por un conjunto de enseñanzas y doctrinas difundidas bajo ese nombre por Helena Petrovna Blavatsky a fines del siglo XIX. En su obra, La clave de la teosofía, ella explica que el nombre teosofía es uno de los tantos que se utiliza para designar a una sabiduría sin edad, eterna, que no es otra que el conocimiento de la verdadera realidad.

H. P. Lovecraft

Pues bien es un hecho que Lovecraft introduce principios teosóficos en sus obras, así como referencias a libros místicos de la teosofía como «el Libro de Dzyan«. De aquí se ha deducido que Lovecraft era en realidad un ocultista que reflejaba conocimientos profundos en sus obras disimulándolos como ficción literaria.

En realidad, una vez más, por romántico que esto suene, lo cierto es que es completamente falso.  Lovecraft se declaraba pública y abiertamente ateo y materialista escéptico en multitud de cartas dirigidas a sus colegas. Lovecraft era un erudito autodidacta que, hacía eso que tantas veces os he recomendado, documentarse increíblemente bien para la ambientación de sus obras.

De hecho, su único contacto real con la teosofía se limitaba a sus lecturas del autor teosófico W. Scott-Elliot, autor del libro “Historia de Atlantis y la perdida Lemuria”, que influiría profundamente en Lovecraft. También extraía muchas de sus ideas de sus múltiples conversaciones e intercambios de cartas con colegas literatos conocedores de diversas doctrinas esotéricas, como E. Hoffman Price.

3. El Bloop de los Abismos. el Bloop.

El Bloop fue el nombre que se les dio a unas extrañas ondas de sonido de baja frecuencia detectadas por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) en 1997. Un extraño sonido captado por unos micrófonos instalados bajo el agua a fin de percibir el tráfico de submarinos cercanos.

Se llegó a especular con que la fuente de dicho sonido fuese un animal submarino, ya fuere una especie desconocida de pulpo o calamar gigantesco o de una nueva especie de ballena gigante, aún más grande que la ballena azul.

Lo interesante es que el punto de origen del Bloop resulta sorprendentemente cercano a la localización de la ficticia ciudad sumergida de R’lyeh, la ciudad donde H. P. Lovecraft decía que estaba encarcelado Cthulhu. Además, Cthulhu podría encajar en la descripción de un animal enorme.

Esta teoría se encontró apoyada por la existencia de múltiples ruinas sumergidas en los mares y océanos de nuestro planeta, que recordaban a la morada de la bestia submarina, tales como, por ejemplo, Yonaguni, la llamada Atlántida Japonesa, que recuerda a la ciudad en la que se encuentra el Cthulhu: la Gran Ciudad R’lyeh.

Lo cierto es que los científicos llegaron a la conclusión de que el Bloop era en realidad producto del ruido producido por grandes glaciares al romperse.

Misterio resuelto ¿o no?

En realidad, el verdadero misterio tras H. P. Lovecraft es cómo este autor, lleno de complejos y presa de innumerables prejuicios, fue capaz de crear una mitología tan atractiva y sólida, que aún hoy sigue haciéndonos dudar de su realidad.

Tanto es así, que su obra a dado lugar a una verdadera religión denominada Orden Tifoniana, que afirma que Lovecraft, aún siendo un ateo declarado, en realidad sería un autor ocultista que habría sido capaz de contactar con entidades arquetípicas negativas, auténticas deidades que habría plasmado de forma inconsciente en sus relatos.

Lo cierto es que Howard Phillips Lovecraft, descrito acertadamente por el propio Stephen King como “El príncipe oscuro y barroco de la historia del horror del siglo XX”, fue capaz de volcar sus propios miedos y pensamientos negativos en sus obras. Miedos muy reales para él que envolvió en una mística, perfectamente documentada, dando lugar a todo un universo literario. Un Universo ficticio sí, pero también muy real.

Espero que os haya gustado este artículo, cuyo video os dejo a continuación y que podéis encontrar también, como siempre, en el canal de youtube. Si es así, podemos volver con más misterios enterrados en las obras de Lovecraft, como el origen real de Cthulhu o el mapa escondido en la obra de Lovecraft. Dejadme en comentarios vuestras opiniones, suscribiros aquí y al canal, dando a la campanita, y hasta la semana que viene.

Misterios de Lovecraft

Los misterios de Edgar Allan Poe

Los misterios de Edgar Allan Poe
Los misterios de Edgar Allan Poe

Los misterios de Edgar Allan Poe, merecían sin lugar a dudas ser la nueva entrega de “Misterios Literarios”. Después de la buena acogida entre todos los adictos a la literatura del «misterio del Futility«, Poe me ha parecido una elección indispensable para este blog y para la sección hermana del canal de youtube.

Hoy nos adentraremos, no del innegable talento de la pluma de Edgar Allan Poe, sino de los asombrosos misterios que rodean su figura. De hecho, hay quienes han llegado a pensar que era un escritor maldito. En cierto modo, se ha llegado a pensar que el espíritu gótico y misterioso de sus obras impregnó también la propia vida de Edgar Allan Poe, arrastrándole a la perdición.

Para entender esto debemos recordar quién fue realmente Edgar Allan Poe. Ya dedique hace tiempo un post a su biografía en este blog (podéis leerlo aquí), sin embargo es necesario recordarla someramente antes de adentrarnos en los misterios que rodearon su figura.

Poe nació en Boston el 19 de enero de 1809, hijo de unos mediocres actores de teatro. Sin embargo, la desgracia quiso que quedase huérfano a los tres años de edad. Afortunadamente, fue acogido por un hombre de negocios de Virginia, John Allan, que vivía junto a su esposa Frances en Richmond, Virginia. Aunque Poe tomó el apellido del padrastro y creció en su hogar, nunca llego a ser adoptado legalmente. Su “padrastro” siempre fue distante con él sin considerarle nunca realmente como su hijo, tampoco quiso jamás apoyarle en su afán de ser escritor. Su madre adoptiva, sin embargo, fue todo lo contrarios ya que siempre creyó en él y le entregó todo su cariño.

Edgar Allan Poe recibió la educación propia de un «caballero del Sur», aunque el ser huérfano le marcó de por vida en medio de una sociedad aristocrática tremendamente clasista. Poe fue educado en el escepticismo ante el progreso y la democracia. Incluso en la justificación más o menos disimulada de la esclavitud, en medio de un cierto idealismo del feudalismo medieval. También aprendió a exaltar el papel de la mujer como esposa y madre, lo que impregnaría toda su obra literaria.

Edgar Allan Poe estudió en uno de los exclusivos internados de Chelsea, donde aprendió a escribir en latín y a hablar francés. Sin embargo, los negocios de su familia en el viejo continente no tuvieron el éxito esperado y los Poe regresaron a Richmond en 1820. Fue allí donde, de la mano de sus criados negros y nodrizas, empezó a introducirse en el folclore, aprendiendo innumerables leyendas fantásticas sobre zombis o magia negra. Se hizo así un gran aficionado a los sobrenatural, convirtiéndose en ávido lector de cuentos de terror de todo tipo. También, paradójicamente, empezó en esta época a adentrarse en el mundo de la poesía, mientras recitaba poemas de Walter Scott para su madre y sus amigas.

Cuando tuvo edad suficiente, Poe fue matriculado en la Universidad de Virginia, dado el interés de su padrastro en que aprendiese leyes y comercio.  Poe, no tan interesado en las leyes, empezó a aficionarse en su lugar al juego y al alcohol, a pesar de que sufría una intolerancia a éste que le hacía emborracharse con apenas dos copas. El resultado fue que su padre se negó a pagarle las deudas de juego y Poe, tras discutir con él, no tuvo más remedio que dejar sus estudios humillado.

Poe se marchó a Boston con un baúl y algo de dinero. En 1827 publicaría su primer libro, Tamerlán y otros poemas, que pasó desapercibido y apenas le reportó ganancias. Ante su preocupante falta de ingresos, decidió alistarse en el ejército. Fue entonces trasladado a Charleston y con el tiempo fue ascendido a artificiero. Nuevamente Poe tuvo problemas por su carácter inconformista, siendo juzgado en una corte marcial por desobediencia. Obligado a abandonar el servicio en 1831, partió hacia Nueva York y publicó, con la ayuda de algunos antiguos compañeros de academia, su obra Poemas.

En 1833, Poe ganó un premio de 50 dólares por la obra Manuscrito hallado en una botella, lo que le permitió, gracias a la ayuda de un acaudalado caballero llamado John Pendleton Kennedy, conseguir trabajo como redactor en el periódico Southern Baltimore Messenger, donde pudo publicar diversas narraciones y poemas. En esta ocasión, por fin las cosas parecieron irle bien y, bajo su dirección, el periódico se convirtió en el más importante del sur del país.

Poe se enamoró entonces de con su prima Virginia Eliza Clemm. Una relación un tanto cuestionable ya que ella sólo contaba entonces con trece años de edad. El 22 de septiembre de 1835, Poe contrajo matrimonio con su prima, en otro episodio oscuro de su biografía, ya que, en el certificado de matrimonio, que se expidió meses después, Virginia aparecía registrada con una edad de veintiún años.

A partir de aquí la carrera literaria de Poe despegó definitivamente publicando alguna de sus obras más inolvidables, a la vez que lo hacía su economía doméstica, lo que le permitió trasladarse, junto con su esposa y su suegra, a Richmond, donde por primera vez desde su niñez pudo vivir tranquila y cómodamente.

Lamentablemente, el 30 de enero de 1847, su esposa Virginia murió a causa de la tuberculosis. Poe para quien Virginia fue siempre su amor ideal y platónico, no volvió a ser él mismo. Los problemas con la bebida se intensificaron y, aunque Poe entabló relaciones con varias mujeres, estas nunca llegaron a buen puerto.

Como muestra de este estado alterado de desesperación que vivió Poe durante sus últimos años, nos ha quedado una carta que escribió a su tía, Maria Clemm el 7 de julio de 1849. En ella le pedía a su tía, que era en aquel momento el único familiar vivo al que apreciaba realmente, que muriera a su lado.

“No nos queda sino morir juntos. Ahora ya de nada sirve razonar conmigo; no puedo más, tengo que morir. Desde que publiqué Eureka, no tengo deseos de seguir con vida. No puedo terminar nada más. Por tu amor era dulce la vida, pero hemos de morir juntos. […] Desde que me encuentro aquí he estado una vez en prisión por embriaguez, pero aquella vez no estaba borracho. Fue por Virginia.”

Eureka, al que nombraba en su carta, sería a la postre su último libro publicado. Edgar Allan Poe moriría en extrañas circunstancias el domingo 7 de octubre de 1849, a las cinco de la madrugada.

Pero, antes de adentrarnos en los misterios que rodearon el final de Edgar Allan Poe, ha llegado el momento de hacer frente a uno de los mayores misterios escondidos en sus obras.  

Poe es considerado el autor por excelencia del terror gótico, pero también fue el precursor de la novela policiaca y hasta de la ciencia ficción.  Pues bien, en la única novela larga que escribió Edgar Allan Poe se esconde también una extraña profecía que, tal y como os contaba en el caso de la novela Futility, es difícil de achacar a la mera coincidencia. Veámoslo.

En el año 1838 Poe publicaba la novela titulada, “La narración de Arthur Gordon Pym”. En ella se narra la historia del joven Pym, quién se embarca de forma clandestina en el barco ballenero Grampus. A partir de aquí la obra nos envuelve en varias historias donde el personaje debe salvar su vida. En un momento del relato, mientras Pym se esconde a bordo del barco, se forma un motín provocando la muerte de gran parte de la tripulación.

Más tarde, tras una tormenta se produce un naufragio, quedando sólo cuatro supervivientes que quedan durante varios días a la deriva sin provisiones ni alimentos. Finalmente, ante la desesperada situación, uno de los supervivientes, Richard Parker, propone echar a suertes, mediante unas pajitas, la muerte de uno de los cuatro para que los demás puedan comer su cuerpo y así poder sobrevivir. Parker obtiene la paja más pequeña y termina muriendo así apuñalado. Era el más joven de los supervivientes que termina así sirviendo de comida los siguientes cinco días.

La novela era a priori un relato extremadamente fantástico y tenebroso en el que el propio narrador llegaba a declarar en un pasaje de la obra: “…Contendrá en sus partes finales ciertos incidentes de una naturaleza tan alejada de la experiencia humana y por tanto, fuera de todo límite de la credulidad, que los narraré sin la menor esperanza de que se los acepte como verdaderos”;

En definitiva, el propio autor consideraba completamente alejado de la realidad su relato. Sin embargo, Poe se equivocaba completamente.

En mayo de 1884, cuatro hombres (el capitán Tom Dudley, Edmun Brooks, Edwin Stephens y el grumete Richard Parker) que viajaban en un velero mercante inglés, cuya ruta era Inglaterra-Australia, sufrieron un naufragio a la altura del Cabo de Buena Esperanza y quedaron a la deriva. Durante los primeros días, los hombres se alimentaron de lo que pudieron recuperar tras el naufragio, pasando luego, una vez agotados los víveres, a alimentarse de su propia orina.

En los relatos de la época existen dos versiones de lo ocurrido entonces, aunque ambas terminan de igual forma. En la primera se explica que uno de ellos, el grumete Richard Parker, se negó a beber de su propia orina y optó en cambio por beber agua del mar. Esto intoxicó a Parker que quedó inconsciente, momento en el que sus compañeros de viaje, desesperados y casi desvanecidos por la desnutrición, optaron por matarlo para poder alimentarse.

La segunda de las versiones indica que, tal y como relataba la novela de Poe, los cuatro hombres echaron a suerte quién debía morir para servir como alimento. Parker perdió y murió para servir de sustento al resto de supervivientes. Sea como fuere, la muerte de Parker sirvió para que los tres supervivientes aguantaran varios días hasta que fueron rescatados por un barco.

Tras su rescate los tres supervivientes fueron juzgados y, a pesar de existir entonces la llamada “ley del mar”, que permitía el canibalismo por supervivencia, fueron condenados a muerte. El caso tuvo especial relevancia porque fue el primero en el que se no se dio por válido el argumento de la ley del mar. Afortunadamente para ellos, pasados seis meses, fueron indultados debido a la presión de la opinión pública sobre las circunstancias tan particulares que habían vivido en el mar.

Como vemos, existió una increíble coincidencia entre la ficción literaria de Poe y el naufragio real, tanto en el entorno y escenario del suceso, como en el nombre exacto del protagonista y en las circunstancias exactas de su muerte. Esto alimentó el mito de escritor maldito para Edgar Allan Poe que gracias a su “magia negra” había sido capar de narras acontecimientos que ocurrirían 46 años después.

Sin embargo, el misterio más grande de Edgar Allan Poe fue, sin duda alguna, las circunstancias de su muerte, sobre las que los expertos aún están buscando explicaciones, sin ponerse de acuerdo.

En 1849, Poe, según sus conocidos estaba entusiasmado e incluso feliz, porque iba a contraer matrimonio con Sarah Elmira Royster. Todo apuntaba a que iba a rehacer su vida finalmente tras la muerte de su añorada Virginia. Sin embargo, repentinamente desapareció sin dejar rastro. El 3 de octubre de ese mismo año, Poe apareció en las calles de Baltimore en estado de delirio, «muy angustiado, y necesitado de ayuda inmediata». Su viejo amigo James E. Snodgrass lo trasladó al Washington College Hospital, donde murió el domingo 7 de octubre de 1849, a las cinco de la madrugada. En ningún momento fue capaz de explicar cómo había llegado a dicha situación, ni por qué motivo llevaba ropas que no eran suyas.

Al parecer, durante sus últimos momentos de vida estuvo invocando obsesivamente a un tal Reynolds. Todo indica que podría tratarse del explorador Jeremiah N. Reynolds, que sirvió de inspiración para su profética novela La narración de Arthur Gordon Pym. Curiosamente, Jeremiah N. Reynolds fue también el autor del relato «Mocha Dick: o la ballena blanca del Pacífico: Una hoja de un periódico manuscrito». Relato que serviría de inspiración para Moby Dick de Henry Mellville. Novela de la que ya os hablaré en otro video de “Misterios de la literatura” porque esconde una increíble historia real.

Las últimas palabras de Poe fueron: «¡Que Dios ayude a mi pobre alma!».

El misterio de la muerte de Edgar Allan Poe se acrecienta desde el momento en que, tanto los informes médicos como el certificado de defunción se perdieron. Lo único que sabemos es que los periódicos de la época dijeron que la muerte se debió a una «congestión» o a una «inflamación» cerebral. Esto ha servido para achacar su muerte el alcoholismo, ya que éste era el eufemismo habitual utilizado en esos casos. Lo cierto es que Poe era intolerante al alcohol y el sórdido ambiente de los bares le resultaba muy desagradable. Para aumentar el misterio, algunos conocidos aseguraron que el propio Poe había contado a su círculo más íntimo que «le estaban persiguiendo».

Lo cierto es que las teorías sobre la muerte del genial escritor se han multiplicado achacándola a las más variopintas causas; desde el suicidio (bastante extraño, por cierto), una paliza causada por parte de ladrones o el asesinato, debido a su futura boda a la que los hermanos de la novia se oponían para no perder el dinero de la mujer. También se han barajado distintas enfermedades como la rabia, envenenamiento por mercurio, un tumor cerebral o incluso una simple gripe.

Por último, me resulta muy curiosa la versión que achaca la muerte de Poe, a un fraude electoral. Se que, como a mí, esto os sonará extrañísimo, pero no es en absoluto descabellado. En la época de la muerte de Poe, eran habituales los ataques a hombres que acababan de votar, para intoxicarlos con alcohol y llevarlos de nuevo a votar por un candidato que compraba así los votos. De hecho, Poe fue encontrado precisamente en uno de los lugares donde los pandilleros solían abandonar a sus víctimas.

En todo caso, los misterios sobre Poe no acabaron ni siquiera con su muerte. Aun existe un episodio más que rodea su tumba que merece la pena recuperar.

Tras el funeral de Edgar Allan Poe, un día después de su muerte, al que tan sólo acudió un tío y un primo del fallecido, Poe fue enterrado en una simple tumba marcada por un simple bloque en el que se podía leer “Nº.80”. En 1873 apareció en los periódicos un artículo sobre el estado calamitoso de la tumba de Poe. Ante el disgusto de la opinión pública por el poco respeto mostrado al entonces ya afamado escritor, se hizo una colecta para enterrarlo en un sitio más digno. Dos años después, el misterio volvió a surgir cuando al abrir su tumba se encontraron con los restos de otra persona. Hubo que hacer una extensa búsqueda para localizar finalmente los verdaderos restos de Poe y poder enterrarlos ya en la que es su ubicación actual. Algunos años después, los restos de su esposa fueron depositados junto a los suyos.

Pero aún no terminan los misterios, en 1949, justo cien años después de la muerte de Poe, una figura misteriosa, vestida completamente de negro, con un sombrero de ala ancha y un pañuelo blanco, comenzó a visitar la tumba dejando una curiosa ofrenda; una botella de coñac medio vacía y tres rosas. El misterioso personaje comenzó a repetir su visita y ofrenda todos los 19 de enero. En 1960 la revista Life logró obtener la única fotografía que existe del hombre que dejaba la ofrenda. Nunca más se logró otra foto.

Foto del "misterioso visitante"
Foto del «misterioso visitante»

Se ha especulado que el significado de la ofrenda podría ser que el coñac era una manera de celebrar el nacimiento de Poe con su bebida favorita. Las rosas representarían las almas de Poe, de Virginia, su único y gran amor, y de María Clem, su suegra, que fue enterrada en el mismo lugar. La tumba se encuentra en el cementerio Westminster (Westminster Hall and Burying Ground) de Baltimore. En la lápida aparece esculpido un cuervo, homenaje a una de sus obras más famosas, el poema «El Cuervo».

El extraño visitante no acudió a su cita en 2010, después de 60 años sin una falta. En el año 2016, gracias a la Maryland Historical Society, se seleccionó a un sucesor del enigmático visitante de Baltimore para que la tumba de Poe siguiese recibiendo sus tres rosas y su botella de coñac cada 19 de enero, como homenaje al escritor y recuerdo, también, de este enigmático personaje.

Más allá de los misterios que le rodean, Edgar Allan Poe es, desde mi punto de vista, uno de los mejores escritores de todos los tiempos. Quien mejor resumió la importancia de su figura fue otro de los grandes autores del misterio, el mismísimo, H. P. Lovecraft:

«La fama de Poe ha sido objeto de las más curiosas vicisitudes y ahora está de moda entre la avanzada intelligentsia minimizar su importancia como escritor y su influencia. Sin embargo, le sería difícil a un crítico imparcial negar el enorme valor de su obra y la potencia penetrante de su pensamiento como creador de visiones artísticas. Poe inició un camino en la literatura, fue el primero en darles ejemplo y enseñar un arte que sus sucesores, con el camino abierto y con su guía, pudieron desarrollar mucho más. Pese a sus limitaciones, Poe realizó lo que nadie había realizado o podía haber realizado, y a él debemos la novela de horror moderna en su estado final y perfecto. De esta manera los espectros de Poe adquirieron una malignidad harto convincente que no poseían los de ninguno de sus antecesores y fundó un nuevo modelo de realismo en los anales del horror literario».

Pues ya está todo dicho. Espero que os haya gustado el misterio de esta semana. Espero vuestro comentarios y os dejo como siempre con el video artículo de mi canal de youtube.

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Misterios de la literatura: Los misterios de Edgar Allan Poe

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