Los misterios de Agatha Christie

Los misterios de Agatha Christie. Bienvenidos adictos a la literatura a una nueva entrega de Misterios de la Literatura. Esta semana os traigo un enigma real, que unió ficción y realidad, alrededor de la dama del misterio: Agatha Christie. Hoy vamos a hablar de la extraña desaparición de esta inolvidable escritora, que trajo de cabeza a la sociedad británica durante más de once días.  Y al final del video os hablaré de otro misterio mucho más desconocido de la escritora que seguro que no conocéis.

Debo confesaros que para mi Agatha Christie fue y sigue siendo una de mis autoras favoritas en el campo del thriller, donde la considero la gran maestra del siglo XX. Por eso sumergirme es su biografía y misterio me emociona esta semana especialmente.

Puede que los lectores más jóvenes penséis que no es una autora tan importante en la actualidad, ya que sus obras no son las más difundidas en los medios últimamente. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Para que os hagáis una idea de su enorme repercusión internacional basta saber que El Libro Guinness de los Récords calificó a Christie como la novelista que más obras ha vendido de todos los tiempos. Se le calculan unas ventas de dos mil millones de copias de sus obras, solo por detrás de las obras de William Shakespeare y la Biblia. También se la considera una de las autoras individuales más traducidas de todos los tiempos con traducciones al menos a 103 idiomas. Su obra El asesinato de Roger Ackroyd fue elegida, en 2013, como la mejor novela de crimen de todos los tiempos por 600 miembros de la Asociación de Escritores de Crimen. No es de extrañar que se concediese el título de Dama comendadora de la Orden del Imperio Británico por la reina Isabel II.

Pero ¿quién era realmente Agatha Christie y qué misterio envuelve su vida?

Agatha Mary Clarissa Miller (conocida universalmente por su pseudónimo Agatha Christie) nació el 15 de septiembre de 1890 en el seno de una familia de clase media alta en Torquay, Devon, al sudoeste de Inglaterra. Su madre fue Clara Boehmer, originaria de Belfast y su padre Frederick Alvah Miller, un agente de bolsa estadounidense bien posicionado. Tuvo dos hermanos, Margaret y Monty, bastante mayores que ella.

Agatha Christie tuvo una infancia feliz y acomodada. Recibía clases particulares en su propia casa y su familia incluso realizaba frecuentes viajes al sur de Europa en vacaciones. La pequeña Agatha demostró pronto sus excepcionales capacidades cuando fue capaz de aprender a leer a la edad de cuatro años a pesar de que su madre creía que no debía hacerlo hasta los ocho. También aprendió música siendo capaz de tocar la guitarra y la mandolina.

Sus primeros contactos con el mundo del misterio provienen de las creencias esotéricas de su propia familia. Aunque eran de tradición cristiana, esto no impedía que ella y sus hermanos se criasen en la creencia de su madre Clara era una psíquica con percepciones extrasensoriales.

Agatha fue desde pequeña una lectora voraz que consumía con rapidez libros infantiles de aventuras y misterio. Pronto pasó a leer también versos surrealistas de autores como Edward Lear y Lewis Carroll.

Su padre murió en noviembre de 1901 a la edad de 55 años, lo que puso en serio peligro la economía familiar. Aquello, como ella misma reconoció, marcó el final de la infancia de Agatha Christie. Con sólo once años comenzó a recibir una educación formal en la Escuela de Niñas de la Señorita Guyer en Torquay, siendo trasladada en 1905, a París, donde estudió en tres insituciones; Mademoiselle Cabernet, Les Marroniers y la de la señorita Dryden.

En esta época estudió piano y canto con la intención de convertirse en cantante profesional. Desafortunadamente para ella y afortunadamente para nosotros, ya que ganamos una gran escritora, esta vocación demostró tener poco recorrido y en 1910, tras descubrir que su madre estaba enferma, se trasladó junto a ella a El Cairo, en busca de un clima benigno. Fue allí, durante los tres meses en que se alojó en el Gezirah Palace Hotel, donde visitó monumentos egipcios antiguos como la Gran Pirámide de Giza, plantándose la semilla de su amor por la arqueología que marcaría posteriormente toda su obra.

Tras su regreso a Gran Bretaña se despertaría de forma definitiva su vocación literaria comenzando a escribir sus primeras obras. Al principio eran cuentos e historias cortas con tintes esotéricos que tuvieron poca o nula repercusión. De hecho, tuvo tantos problemas para publicar que en un principio pensó que la escritura no sería su futuro profesional.

En 1914 se casó con el piloto de aviación Archibald Christie (del que tomaría el apellido para su famoso pseudónimo). Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial ambos colaboraron en la guerra, Archibald como piloto en Francia, y Agatha atendiendo a heridos como voluntaria en el hospital de Torquay. En su desempeño como enfermera, profesión a la que definió como “uno de los trabajos más gratificantes que cualquiera pueda tener”, adquirió importantes conocimientos en medicina y farmacología que utilizaría posteriormente en sus obras.

Tras el final de la guerra los Christie se instalaron en un departamento en el número 5 de Northwick Terrace al noroeste de Londres. Allí Agatha Christie se aficionó a los relatos detectivescos, especialmente después de leer La dama de blanco y La piedra lunar de Wilkie Collins, así como las primeras historias de Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle. Tras esto, crearía su inolvidable personaje detective Hércules Poirot, en su primera novela policíaca, El misterioso caso de Styles. Lo describía como un exoficial de la policía belga que se había refugiado en Gran Bretaña después de la invasión alemana en Bélgica, conocido por sus «magníficos bigotes» y su cabeza en forma de huevo.

Aunque en un principio no tuvo una gran acogida, lo cierto es que con el tiempo se convertiría en uno de los personajes más inolvidables de la literatura de todos los tiempos.

En 1926 con Agatha Christie en la cima de su carrera se produjo el episodio más extraño de su carrera, del que hablaremos hoy en profundidad. Tras una discusión con su marido, en la que éste le confesó su infidelidad con otra mujer, Nancy Neele, por la que le solicitaba el divorcio, Agatha Christie protagonizó una de las desapariciones más extrañas de la historia. ¿Qué ocurrió realmente? Te lo contaré al final del artículo así que paciencia.

Los Christie se divorciaron en 1928, Archie se casó al poco tiempo con Nancy Neele y Agatha recibió la custodia de su hija Rosalind.

En 1930 Agatha Christie, tras un breve noviazgo, se casó con con el arqueólogo Max Mallowan, a quien acompañó en todos sus viajes a Irak y Siria, aficionándose con el de forma definitiva a la arqueología. Sus múltiples viajes con Mallowan tuvieron una importante influencia sobre varias de sus novelas ambientadas en el Medio Oriente. También daría lugar en esta época a otros de sus grandes personajes, la inolvidable Miss Marple, una solterona chismosa que extrae de lo observado en su pueblo natal.

Lamentablemente, Agatha Chritie tuvo que vivir también, junto a su nuevo marido, la Segunda Guerra Mundial. Como hiciese en la anterior, volvió a colaborar, trabajando en El Cairo, Christie, en la farmacia del University College de Londres, donde adquirió aún más conocimientos sobre los venenos, que le sirvieron de nuevo para sus siguientes novelas.

Tras la guerra, Agatha se volcó en su actividad como autora teatral, con obras como La ratonera o Testigo de cargo. La primera, estrenada en 1952, se representó en Londres ininterrumpidamente durante más de veinticinco años; la segunda fue llevada al cine en 1957 en una magnífica versión dirigida por Billy Wilder.

A partir de los años 70, la salud de Agatha Christie se deterioró considerablemente, aunque continuó trabajando. Algunos investigadores canadienses manifestaron su opinión de que Christie pudo haber padecido mal de Alzheimer o demencia senil en sus últimos años. Falleció de causas naturales el 12 de enero de 1976 a los 85 años, en su residencia Winterbrook House de Wallingford, Oxfordshire. Como una curiosa casualidad, de esas que no dejan de ser realmente extrañas, se da la circunstancia de que la única hija de Christie, Rosalind Margaret Hicks, murió el 28 de octubre de 2004 a la misma edad y de las mismas causas que su madre.

Y ahora sí, llega el momento de abordar el misterio de la desaparición de Agatha Christie cuando en 1926, Agatha Christie desapareció de su casa durante 11 días, provocando una conmoción total en el Reino Unido y una de las búsquedas de desaparecidos más grandes que había visto jamás aquel país.

Todo sucedió el 3 de diciembre de 1926. Tras discutir con su marido en aquel momento, Archibald Christie, a eso de las 21:45, Agatha salió de su casa de Berkshire a bordo de su coche, un Morris Crowley, después de indicarle a su secretaria que se dirigía a Yorkshire a pasar la noche. Unas horas más tarde su vehículo apareció abandonado en Newlands Corner, muy cerca de un lago, con restos de sangre en su interior, el abrigo y el carnet de conducir de la escritora. Sin embargo, no había el menor rastro de ella.

La noticia llegó inmediatamente a los periódicos, donde sus seguidores comenzaron a bombardear las redacciones con cientos de cartas exigiendo saber su paradero. Se llegó incluso a ofrecer 100 libras (en la época una fortuna) por cualquier información sobre su paradero. Incluso, el ministro de Interior británico llegó a presionar a Scotland Yard para que intensificase la búsqueda, debido a la presión pública.

Durante 11 días se llevó a cabo una operación policial sin precedentes en Gran Bretaña. Mil agentes de policía, más de 15.000 voluntarios organizados, varios aviones y una cantidad indeterminada de espontáneos se sumaron a la búsqueda infructuosa de Agatha Christie. Sin embargo, la búsqueda no dio ningún resultado. El propio Sir Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes, aficionado a la parapsicología, usó un guante de Agatha Christie para entregárselo a una medium en busca de alguna pista. Sin embargo, nada dio resultado, Agatha Christie se había esfumado sin dejar rastro alguno.

La sorpresa surgió el 14 de diciembre de 1926 cuando una paciente registrada como Nancy Neele, del Swan Hydropathic Hotel en Harrogate, relativamente cerca del lugar en el que había dejado el coche Agatha Christie, fue identificada como la escritora. Sin embargo, ésta no sabía quién era ni por qué estaba allí y tampoco fue capaz de reconocer a su marido cuando este llegó a su encuentro. Tras varias semanas de tratamiento, Agatha Christie recuperó la memoria, aunque nunca pudo explicar qué había ocurrido en aquello misteriosos 11 días.

Una primera explicación fue que había sufrido lo que llaman un episodio de fuga psicogénica, una especie de crisis nerviosa, ocasionada por su propensión a la depresión agravada por la muerte de su madre a principios de año y las infidelidades de su marido. De acuerdo a esta hipótesis, Agatha Christie podría haber estado tan desorientada que incluso habría sido incapaz de reconocerse a sí misma en los periódicos. Esta explicación no convenció mucho a la opinión pública de la época que lo achacó todo a un truco publicitario de la escritora. Aunque realmente, esto parece bastante absurdo ya que, si algo no necesitaba Agatha Christie, debido a su fama, era publicidad. De hecho, lo ocurrido no fue precisamente positivo para su carrera.

Sin embargo, no hace mucho surgió una nueva teoría de uno de los biógrafos más conocidos de la escritora, Andrew Wilson.

Según éste, Agatha Christie estaba deprimida tras descubrir la infidelidad de su marido y que éste pretendía divorciarse. De hecho, su marido pretendía irse el mismo fin de semana de su desaparición con Nancy Neele, su amante. Esto llevó a Agatha Christie a tomar la decisión de suicidarse. De acuerdo a la versión de Wilson, subida en su Morris Crowley comenzó a recorrer carreteras rurales inglesas sin un rumbo correcto, hasta que vio un árbol que le parecía adecuado para sus fines. Con un escalofrió de determinación, apretó el acelerador y sujetó con fuerza el volante, dispuesta a estrellarse y acabar con su vida… pero en el último segundo se arrepintió. El Morris se salió de la calzada con un zigzagueo, apenas rozando el árbol lo suficiente como para dejar unas marcas en la carrocería, hasta detenerse en la zanja donde más tarde apareció.

Agatha Christie resultó magullada, aunque no herida de gravedad. Desorientada y confusa sin saber qué hacer, debió caminar durante horas en medio de la noche helada, hasta tomar la decisión de desaparecer por un tiempo hasta que se aclarasen sus ideas. En una muestra de ironía decidió inscribirse en el hotel donde fue encontrada como Nancy Neele, precisamente el nombre de la amante de su marido.

Tras 11 días escondida del huracán mediático, uno de los empleados la reconoció y avisó a la policía. Agatha Christie inventó entonces su supuesta amnesia ante la incómoda situación, para no tener que confesar sus problemas conyugales.

Existe, no obstante, otra teoría, que choca con la de Wilson, y que parece más cercana a una de las novelas de la propia autora. En esta ocasión el motivo detrás de la desaparición de la autora sería conseguir que su marido fuese acusado de asesinato. De esta manera Agatha Christie impedía que el futuro matrimonio de su marido con Nancy Neele pusiese en peligro, no sólo su fortuna personal, sino la custodia de su propia hija. También se suele añade al cocktail el problema que suponía la gestión de los derechos de autor que en ese momento ya generaba la marca Agatha Christie, y que le corresponderían a él como administrador legal de la menor en caso de que la escritora desapareciera. Una teoría un tanto rebuscada pero que la verdad es que sería un excelente guion para una de las novelas de la autora.

Y, como os prometí al inicio del este video artículo, como colofón os traigo un nuevo misterio de Agatha Christie que seguro os asombra ¿sabías que la escritora fue investigada por el MI5 por miedo a que revelases secretos de estado?

Pues sí, el problema fue debido a una novela titulada “N o M”. En ella, el dúo de detectives Tommy y Tuppence, el matrimonio Thomas y Prudence Beresford, se dedicaban a rastrear a espías alemanes en Gran Bretaña. El problema es que en la historia estos detectives conocían a un tal Mayor Bletchley, un viejo oficial del Ejército indio que quería saber todo lo que realmente estaba sucediendo en la guerra.

Lo que preocupó al servicio secreto ingles fue que precisamente un equipo de trabajo en Bletchley Park había quebrado el código alemán de la máquina Enigma y gracias a eso los oficiales británicos sabían lo que planeaban los alemanes.  A esto se sumaba que Agatha Christie era amiga cercana de Alfred Dilwyn “Dilly” Knox, un experto británico en ruptura de códigos.

La conclusión parecía clara Agatha Christie podía estar al tanto del secreto mejor guardado de la Segunda Guerra Mundial. Un secreto que era vital que no saliese a la luz para que los alemanes siguieran creyendo que el código Enigma era totalmente irrompible.

Aunque Knox aseguró al MI5 tras ser interrogado que no había revelado nada a la escritora, éste fue presionado para que la interrogara en secreto. Para conseguirlo la invitó a su cabaña en Courn’s Wood, evitando que la propia Agatha Christie o la opinión pública pudiese montar un escándalo al enterarse de que la policía sospechaba de ella.

Fingiendo una conversación trivial mientras tomaban el té, Knox le preguntó por qué había elegido nombrar al personaje de su novela con el nombre de Mayor Bletchley. Ella respondió: «¿Bletchley? Querido, un día quedé atrapada en ese lugar mientras viajaba en tren desde Oxford a Londres y se me ocurrió ponerle ese nombre a uno de mis personajes».

Al parecer todo se había debido a una de esas extrañas casualidades que suelen perseguir a los escritores.

Y hanta aquí el misterio literario de esta semana. Como siempre os digo comentad y participad aquí o siguiéndome en mis redes sociales. Y, ya sabéis suscribiros y dad a la campanita para que os lleguen las notificaciones. Os dejo con el correspondiente video artículo en el canal de youtube.