Cabecera Jack el destripador

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El campo de fútbol del Rayo Vallecano fue un campo de concentración

El campo de fútbol del Rayo Vallecano
Estadio Teresa Rivero en Madrid (España).

Puede que algunos os sorprendáis al conocer que el campo de fútbol del Rayo Vallecano fue un campo de concentración, sin embargo, es una realidad incuestionable que hoy quiero recordar aquí.

Desde la presentación de mi última novela «Sabor a tierra», he recibido múltiples comentarios en que la gente me comentaba su asombro por los datos que en la web de mi novela se desgranan sobre la Guerra Civil. Eso me ha llevado a descubrir el enorme desconocimiento que aún perdura en nuestra sociedad sobre un episodio tan determinante de nuestra historia. Por eso, quiero empezar una serie de artículos en los que intentaré rescatar episodios olvidados de nuestra historia reciente. Y, por supuesto, nada mejor que comenzar con una historia del barrio en que nací, Vallecas.

Villa de Vallecas era aún un pueblo durante la Guerra Civil (no se incorporaría a Madrid hasta 1950). Durante la contienda, se mantuvo fiel a la República lo que produjo una brutal represión cuando las tropas franquistas tomaron finalmente Madrid.

Tras acabar la contienda, una de las primeras medidas tomadas por el nuevo gobierno fue la creación inmediata de centros de detención (campos de concentración), donde internar a los prisioneros republicanos. Uno de estos campos de concentración fue el entonces denominado «Estadio del Puente de Vallecas» hoy en día remodelado y convertido en
el flamante campo de fútbol del Rayo Vallecano denominado «Estadio Teresa Rivero».

El campo estuvo vigilado por miembros de la Falange, pertenecientes al Regimiento de Infantería San Quintín nº 25. En él se clasificaba los prisioneros, según su implicación política. Algunos eran liberados, otros trasladados a campos de trabajo o a cárceles, y los menos afortunados directamente condenados a muerte.

Aunque sólo se mantuvo en funcionamiento durante un mes, por el campo de concentración del estadio de Vallecas, pasaron cerca de 9500 personas, hacinadas en condiciones infrahumanas (frío, hambre extrema, enfermedades, parásitos, sarna, tifus…) en tránsito a destinos aún peores.

Aunque no se puede asegurar, se cuenta que el alcalde más popular de Vallecas, Amós Acero, pasó por este campo antes de ir destinado a la cárcel de Porlier para ser fusilado finalmente frente a las tapias de la Almudena.

No debemos dejar que la historia de lo que ocurrió realmente en nuestras calles y barrios se olvide. Sobre el olvido se construye la mentira y a lomos de la mentira cabalga siempre lo peor del espíritu humano.

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Qué hacer con la Cruz de los Caídos

Desde el reciente cambio de gobierno y, especialmente en los últimos días, se ha desatado en los medios de comunicación una discusión candente que revive periódicamente, como negándose a ser olvidada: ¿Qué hacer con la Cruz de los Caídos y, por ende, con los restos del dictador Francisco Franco?

Algunos, rápidamente, han rescatado el espantajo de la resurrección del frentismo entre españoles para amedrentar, una vez más, a los que reclaman la devolución de sus muertos y la desaparición de los símbolos franquistas de la geografía española.
No es de recibo en una sociedad democrática moderna, donde se aspira al reinado de la ley y de la justicia, mantener símbolos como la nefasta «Cruz de los Caídos» levantados para exaltar, no a los vencedores de la guerra, sino simple y llanamente la victoria del fascismo sobre las aspiraciones de libertad de los pueblos.

En tertulias televisivas y radiofónicas no faltan quienes, en su defensa de lo indefendible, intentan refugiarse en la historia comparando la figura de Francisco Franco con, ni más ni menos, que Napoleón Bonaparte. Toda una desfachatez, de nostálgicos y barrigas agradecidas de la dictadura, que no encuentran otro argumento para defender lo que es simple y llanamente indefendible: el mantenimiento de la exaltación del fascismo en nuestras calles.

Todo esto proviene de un error de base cometido por nuestra democracia: no haber tipificado como delito la «exaltación del franquismo», obviando algo tan elemental como que franquismo y fascismo son la misma ideología y, como tal, deben ser perseguidas por la ley en defensa de los principios democráticos más elementales.

He podido incluso ver en televisión momificados franquistas llegar a criticar la democracia de quienes defienden la ilegalización de la apología del franquismo. Todo un ejercicio de desmedida hipocresía de quienes aspiran a prohibir la propia democracia.

Es hora ya de abandonar los miedos de la transición y afrontar la construcción de un nuevo país, defensor a ultranza de los principios democráticos. Que la «Cruz de los Caídos» se convierta en la «Cruz de la Libertad» y los restos del dictador sean trasladados, donde su familia indique, para que los españoles, por fin, puedan pasar página de uno de los episodios más negros de su historia.

Síndone: Las guerras de la Sábana Santa

Síndone
Síndone

Hoy quiero presentaros la nueva edición de mi primera novela “Síndone: Las guerras de la Sábana Santa”. Ha pasado ya un tiempo desde que la escribí y merecía una segunda edición actualizada que le hiciese justicia (incluido un nuevo diseño de portada) y la pusiese al alcance de todos aquellos que en su momento no pudisteis leerla. La tenéis disponible durante esta semana de forma completamente gratuita en Amazón.

“Síndone” es una novela muy especial. Sin querer destriparos nada de su trama para que podáis disfrutarla, me gustaría destacar que, tras su historia de ficción, se realiza una reconstrucción de la historia real de la Sábana Santa que estoy seguro que os sorprenderá. La investigación que realicé sobre la reliquia me llevó a descubrir una serie de datos, coincidentes con la trama de la historia con tal precisión,  que me hicieron dudar de, hasta que punto era ficción lo que estaba escribiendo.

Espero que la disfrutéis y recordad que la tenéis gratis sólo esta semana.

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Fascismo moderno

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Hoy, el día que en Francia se celebran elecciones con la posibilidad, por primera vez en su historia moderna, de que una fuerza de extrema derecha llegue al poder, parece un buen momento para hacer una reflexión sobre un concepto ,tan manoseado y manipulado que algunos ya no reconocen su verdadero sentido: el fascismo.

Nos hemos acostumbrado a que últimamente políticos de todo signo insulten a su contrarios acudiendo al fascismo de forma habitual e incluso a comparaciones con el nacismo, cuando quieren tener aún más protagonismo en los medios. Tales comparaciones suelen venir acompañadas por las habituales disculpas del compungido político, que se excusa en malas interpretaciones por parte de la prensa. Este tipo de actuaciones no son en absoluto errores, sino que son una manera premeditada de conseguir la atención de los medios de comunicación por parte de unos políticos, más pendientes de venderse como producto electoral que por mejorar la vida de los ciudadanos, lo que debería ser su único objetivo.

Lo cierto es que todo esto ha contribuido a trivializar algo tan terrible como el fascismo, haciendo que las generaciones modernas hayan perdido la perspectiva de lo que realmente es y supone esta ideología. El fascismo nació oficialmente en la Italia de Benito Mussolini y se basa originalmente en la imposición de un gobierno centralizado, basado en tres pilares fundamentales: un partido único, una economía dirigida y el mantenimiento y defensa de todo ello por el uso de la fuerza. El fascismo aprovecha demagógicamente la sensación de pertenencia a un grupo (patriotismo, racismo e incluso religión son válidos para definir ese grupo), utilizando los sentimientos de miedo y frustración para conseguir la unidad y obediencia de las masas. Para ello recurre sin tapujos a la violencia, la represión y la propaganda mediante medios de comunicación controlados.

Lógicamente hoy en día todos los partidos de los países desarrollados (da igual que sean de izquierdas o de derechas)  huyen de ser calificados como fascistas y se definen como democráticos y defensores de un estado de derecho, contraposición absoluta del fascismo. Pero ¿es esto verdad o el fascismo está mucho más cerca de lo que pensamos?.

Lo cierto es que sin nos paramos a analizar mínimamente lo que ha estado pasando en Europa y EEUU, especialmente desde la llegada de la crisis económica, nos daremos cuenta de que estamos ante el retorno de un nuevo fascismo. Recordemos aquí sus tres pilares fundamentales:

1. Un partido único.

Desde el final de la segunda guerra mundial, los partidos socialdemócratas y conservadores se han alternado en el poder realizando una política totalmente continuista entre unos y otros. En el Parlamento Europeo el 80% de las propuestas son aprobadas por la votación conjunta del grupo socialdemócrata y conservador, imponiendo, en numerosas ocasiones, políticas que no han sido votadas por ningún país miembro. Esto es, de hecho, el gobierno de un partido único disfrazado de alternancia.

2. Una economía dirigida.

El sistema económico neoliberal ha sido y es el único modelo aplicado en toda la Unión Europea. Los socialdemócratas (podemos poner como ejemplo el PSOE de Felipe González), renunciaron explícitamente a sus principios marxistas (la base socialista económica) para abrazar el neoliberalismo como ideología económica. Tanto es así, que la economía ha sido literalmente eliminada del sistema democrático y no puede ser puesta a votación. Cualquier intento de aplicar medidas fuera de la ortodoxia neoliberal (por ejemplo en Grecia)  es aplastada por el Banco Central Europeo, capaz de arruinar una economía entera con simplemente conceder o no créditos a un Estado determinado o jugando con su prima de riesgo. Puede concluirse que el modelo económico no está en manos de los ciudadanos, por lo tanto es un sistema dirigido y controlado por las élites para perpetuarse en el poder.

3. Mantenimiento y defensa del sistema mediante el uso de la fuerza.

Aquí es donde encontramos la única diferencia aparente con el fascismo original. Si Mussolini, Hitler, Franco o Stalin (todos ellos fascistas) no dudaban en usar la fuerza y la represión más brutal sobre sus propios ciudadanos, nuestro sistema no lo permite. Sin embargo, esto es sólo aparente ya que la fuerza puede ejercerse de muchas maneras y los bancos han resultado ser un arma más poderosa que cualquier misil o metralleta. En un sistema basado en el consumo y el crédito, tener la llave de los bancos es controlar a la población con la misma tiranía que con las armas. Mantener las poblaciones bajo el miedo al paro, la exclusión social, la pérdida de la vivienda o la pobreza energética, es una violencia tan real como la ejercida por un pelotón de fusilamiento. ¿Cuantas muertes provoca todos los años la desigualdad creciente entre las poblaciones europeas?

Pero no sólo en estos aspectos estamos cerca del fascismo sino que hay dos características más que han empezado a conjugarse en los últimos años para terminar de dibujar un paisaje desolador en nuestras orgullosas democracias occidentales:

A) Aprovechar la pertenencia a un grupo para exacerbar, mediante el uso del miedo, la unidad y obediencia de las masas.

Pocas palabras hacen falta, basta con ojear cualquier periódico para ver como se nos bombardea con el efecto negativo de la migración. Las políticas de cierre de fronteras se acrecientan, mientras se nos advierte continuamente del peligro de la migración. El patrioterismo barato e incluso la guerra de religión estén en los medios de forma habitual. El emigrante es el origen de todos los problemas y a todos nos parece ya normal leer como cada día mueren cientos y miles de personas, que huyen de guerras o de condiciones de vida terribles, que en muchos casos nuestro propio sistema ha provocado.

B) Utilización de la represión y la propaganda en medios de comunicación controlados.

En España podemos ver como la libertad de expresión es perseguida como no se recuerda desde el franquismo y los medios realizan una labor de desinformación y manipulación, de forma habitual, en favor del poder. Todo esto no es casual, sino el efecto directo de un sistema neoliberal que facilita la agrupación de los medios en las manos de los grandes bloques de poder económico, que, por su propia naturaleza, tenderán a defender el sistema del que son hijos.

Sólo hay una conclusión que podemos sacar de todo esto, el fascismo no esta sólo en los grupos de ultraderecha, que están proliferando como efecto de la crisis en Europa, sino en el propio sistema imperante, especialmente desde los años ochenta en Europa y Estados Unidos. Un sistema basado en el imperio, no de la ley, sino del poder económico. Un nuevo fascismo más hipócrita que no ejerce la violencia directamente, sino que deja que otros lo hagan en su nombre, ya sea mediante la utilización de “medidas económicas y recortes inevitables” a los más pobres, o el soborno directo mediante ayudas a países no democráticos para que detengan la emigración, sin importarnos los métodos que utilicen, (Afganistán, Marruecos, Turquía, etc…).

Si queremos cambiar esto sólo hay una medicina y es recuperara la democracia. Una democracia real que haga que ciudadanos, preocupados realmente por su prójimo y no pertenecientes a las élites económicas, lleguen el poder. Os dejo con un vídeo de más de 70 años que, lamentablemente, sigue totalmente vigente hoy en día.

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La Orden del Temple

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No existe documentación suficiente para determinar con exactitud cuándo ni cómo se fundó la Orden del Temple, sin embargo existe bastante consenso en situar este hecho en el año 1118 cuando un grupo de caballeros se congregaron en Jerusalén  para consagrarse al  servicio de Dios, siguiendo la regla de San Agustín y haciendo ante el patriarca Gormondo los tres votos ordinarios de obediencia, pobreza y castidad, más  un cuarto voto de defender y preservar los Santos Lugares, así como  proteger a los peregrinos. El rey Balduino II les cedió el ala de su palacio situado en la antigua mezquita de Al-Aqsa, en el Monte del Templo, de ahí su nombre posterior, templarios.

imagesSe desconoce la identidad de todos los caballeros que iniciaron la Orden de los Templarios, aunque entre sus fundadores se menciona a Hugo de Payns, así como el flamenco Godofredo de San Omer, Godofredo Bisol, Payen de Montdidier, Rossal y Archibaldo de Saint-Amand. Una carta del rey Balduino nos permite conocer a otros dos caballeros cuyos nombres son André y Gondemaro.

Mucho se ha especulado sobre las actividades que habrían desarrollado los primeros templarios desde 1118 a 1127. Lo cierto es que durante esos nueve años los frailes templarios conservaron el hábito secular, pero poco más se sabe de lo que hicieron en las ruinas del Templo de Salomón y de sus actividades de protección a los peregrinos en Tierra Santa. Cuando regresaron a Europa en 1.127, encabezados por Payns, fueron recibidos con los más altos honores, y allá les esperaba el padre invisible de la Orden, Bernardo de Clairvaux. Fue este monje quien redactó los reglamentos de la Orden y convocó el Concilio de Troyes en 1.128, al cual asistió el propio Papa Honorio II, donde fueron reconocidos oficialmente y se les impuso un manto blanco como distintivo; más tarde, Eugenio III, añadió una Cruz Roja Octogonal.

A partir de este momento la Orden experimentaría un crecimiento económico, militar, político y religioso espectacular que les llevaría en 1170 a extenderse por toda Francia, Alemania, España y Portugal.

Resultado de imagen de grialSe ha especulado enormemente con el origen de sus inmensas riquezas; se ha dicho desde que encontraron en tesoro del templo de Salomón durante su estancia a Jerusalén, que se hicieron con el Santo Grial o el Arca de la Alianza, y hasta que fueron los primeros en descubrir el continente americano y explotar sus riquezas. Sea como fuere el hecho es que se convirtieron en el imperio económico, militar, político, religioso y científico más importante de Europa con:

  • 9.000 encomiendas (granjas y casas rurales)
  • Un ejército de 30.000 caballeros (sin contar escuderos y sirvientes, artesanos y albañiles)
  • Más de medio centenar de castillos
  • Una flota propia de barcos (con puertos privados)
  • La primera banca internacional

Sin embargo, pese a todo este inmenso poder, 200 años más tarde fueron destruidos, sin oponer resistencia por su parte. En Francia, en 1.314, más de 15.000 caballeros del Temple fueron arrestados, sin aviso y sin más razón que un mandato real, y condenados a la hoguera y sus bienes pasaron finalmente a la corona. Un fuerte aliado de Felipe IV, fue el visir Nogaret, maquiavélico personaje que ideó el plan para la destrucción de la Orden. También se dio la circunstancia de que en un plazo de dos años murieron, misteriosamente, dos Papas (curiosamente enemigos del rey de Francia), y ocupó el trono papal Clemente V, una persona débil y manejable, que acató todas las pruebas presentadas contra los caballeros templarios: herejía, blasfemias (como escupir y pisar la cruz en las iniciaciones de los caballeros), sodomía, adoración de ídolos demoníacos como el misterioso Bafomet, etc.

Nunca se pudieron demostrar estas acusaciones, aunque se conservan testimonios de caballeros templarios confesando lo que sus verdugos querían, bajo el poder de  tremendas torturas. El propio Jacques de Molay (XXIV Gran Maestre), fue quemado vivo el 19-3-1.314, tras siete años de prisión y tortura, frente al gran monumento gótico Nótre Dame. Allí se retractó públicamente de cuantas acusaciones se había visto  obligado a admitir, proclamó la inocencia de la orden e invitó a los culpables de todo aquello a unirse, en el plazo de un año, al juicio de Dios. Esta maldición se cumplió, el Papa Clemente V , Nogaret y Felipe IV murieron antes de finalizar el año, por causas naturales.

Pero con la muerte de Jacques de Molay no acabó la orden. Los caballeros que huyeron a otros países formaron nuevas órdenes como la Orden de Cristo en Portugal, la Orden de San Andrés en Finlandia o la Orden de Montesa en España.

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