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Hoy, quiero hablaros brevemente sobre un tema que me preocupa sobremanera: la manipulación del lenguaje: la era de la posverdad.

El lenguaje no es, como solemos creer, un sistema para expresar nuestros pensamientos, sino que en realidad, sirve para moldear nuestros pensamientos. Esto, que puede sonar un poco fuerte, es una verdad conocida por mucha gente, que no duda en aprovechar su poder para manipular nuestra forma de entender el mundo.

author-1320965_1280Últimamente habréis oído utilizar con asiduidad el término posverdad”. Este vocablo cuyo significado “denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la información pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”, es en si mismo una manipulación de la realidad. Se nos intenta vender que estamos en una “Era de posverdad”, donde las emociones van más allá de la verdad misma (el prefijo “post” denota aquí, no posterioridad temporal sino  algo que supera y va más allá). En realidad, es una manera de vendernos como un tipo de verdad lo que es, simple y llanamente, la mentira. Vivimos, pues, no en la era de la posverdad, sino en la era de la mentira y la manipulación.

Estas manipulaciones del lenguaje son habituales en los medios de comunicación y su finalidad es modificar nuestra manera de percibir el mundo que nos rodea. Podemos poner algunos ejemplos de usos prostituidos del lenguaje, mediante la utilización de eufemismo,  como:

– “Desplazados” por “Refugiados del guerra”

– “Radicales” por “extremistas”

– Populistas de derechas por “fascistas” o “neonazis”

– “Daños colaterales” por “víctimas civiles”

Y un largo etcétera que sería interminable de enumerar.

Por último, me gustaría recordar aquí la “neolengua” de la novela 1984 de George Orwell, que nos advertía que la manipulación creciente del lenguaje es una herramienta que imprescindible para instaurar totalitarismos. Advertencia que debemos tener muy en cuenta en los tiempo que nos toca vivir.