good-1122969_1920

Hoy quiero hablaros de un término que ha ido ganando popularidad y que amenaza con terminar asentándose, para desgracia nuestra, en el imaginario colectivo. Se trata del mal llamado “buenismo”.

Si acudimos a  la RAE veremos que dicho vocablo ni siquiera existe, a pesar de que la Wikipedia le dedique todo un artículo en el que le adjudica la siguiente definición:

Buenismo es un término acuñado para designar determinados esquemas de pensamiento y actuación social y política (como el multiculturalismo y la corrección política) que, de forma bienintencionada pero ingenua, y basados en un mero sentimentalismo carente de autocrítica hacia los resultados reales, demuestran conductas basada en la creencia de que todos los problemas pueden resolverse a través del diálogo, la solidaridad y la tolerancia”

Atendiendo a esta peculiar definición, el “buenismo” es una manera de descalificar la actuación de las personas que aspiran a solucionar los conflictos en base al diálogo, la solidaridad y la tolerancia. De hecho, de la definición se desprende con claridad que, para su autor, solo los resultados de una acción cuentan y no los métodos, ya que descalifica un método bueno en base a la carencia de “autocrítica en los resultados reales”.

Nos encontramos, pues, ante una aberración lingüística que pretende dar un matiz despectivo a lo que es, ni más ni menos, que la bondad. Una, simple y llana, tergiversación ideológica del lenguaje que pretende utilizar éste, una vez más, como arma manipuladora de la verdad, en busca de introducir en nuestro subconsciente una idea política determinada, en este caso que “el fin justifica los medios”.

La realidad es que, matizar con un sufijo “ismo” la palabra bueno, ya sea en su acepción como adjetivo o adverbio, no tiene sentido ya que es una palabra que, por definición, indica siempre lo positivo en contraposición a “malo” que indica siempre lo negativo.  Nuestro leguaje es lo suficientemente rico como para no necesitar de “atajos” en el lenguaje, por lo que términos como “buenismo” deben ser rechazados con contundencia.